Rafa Nadal podría repetir este año la misma preparación forzada y corta que solo pudo hacer en 2018 antes de jugar en el Abierto de Australia. Fue la única vez, desde que debutó allí en 2004, que el balear llegó a Melbourne sin disputar ningún torneo oficial antes. En sus otras 12 participaciones (fue baja por lesión en 2006 y 2013) siempre acudió antes a otra competición ATP, la mayoría de las veces en Doha.

El año pasado, Nadal encaró la temporada renqueante de una lesión en la rodilla derecha que le obligó a abandonar en el Masters 1.000 de París y en las ATP Finals de Londres. Después renunció a reaparecer a finales de diciembre en la exhibición de Abu Dabi y ni siquiera viajó a Brisbane. Antes de jugar en Melbourne, el español se enfrentó al francés Richard Gasquet en Koojong, una pachanga entre amigos en la perdió por 6-4 y 6-5. Después estuvo en el Tie Break Tens, ya en la capital del estado de Victoria, un formato de partidos cortos que saldó con dos triunfos y una derrota en la final contra Berdych. A partir de ahí, la historia en el grande australiano fue la conocida. Nadal jugó bien hasta que en cuartos de final no pudo más cuando perdía ante Marin Cilic y el psoas iliaco de la pierna derecha le impidió seguir jugando.

Esta temporada, la historia se está repitiendo, aunque con un inicio distinto. El pasado viernes, el de Manacor reapareció en Abu Dabi y tras perder contra Anderson decidió no jugar el partido por el tercer puesto al día siguiente. Este miércoles saltó la noticia de su renuncia a participar en el ATP 250 de Brisbane por una distensión en el muslo izquierdo. Y la idea es que esté el 7 de enero en el Fast4 Showdown de Sydney antes de viajar a Melbourne y tras entrenarse unos días más en el mismo Brisbane. La incógnita es saber con qué garantías acudirá al Abierto de Australia y hasta donde podrá aguantar. Su equipo comenta que, pese al último contratiempo, las cosas "van bien".