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Ante las elecciones en el Athletic Club

Athletic, Athletic Club, de limpia tradición... Así rezaba el primer himno que conocí del viejo y querido Athletic Club, ese ‘caso único en el fútbol mundial’, como escribió L’Équipe, la biblia del deporte. Tiempo atrás, hasta las turbulencias de la Transición, todo el mundo era un poquito o mucho del Athletic. Los de alguna edad lo seguimos siendo, seamos de Madrid, como yo, o de cualquier lado. Aún queda un rescoldo. El Athletic es un poco de todos y por eso hoy que aborda unas elecciones difíciles miramos con interés hacia allí. Más viendo la dificultad histórica que atraviesa el equipo, amenazado seriamente por el descenso.

Urrutia lo deja. Tachado de huidizo hasta lo paranoico por bastantes sectores del entorno del club, deja una obra. La suya ha sido la mejor época en títulos desde Clemente, ha construido un nuevo San Mamés y ha mantenido con rigor la vigencia de los viejos principios del club, entre el que el más conocido (no el único) es renunciar a jugadores formados fuera de la tierra. Se va dejando el equipo en una posición difícil, pero es que el tiempo es el que es. En pocos años se han ido de ahí Kepa, Laporte, Javi Martínez, Herrera, Llorente... Es difícil gestionar el Athletic hoy, contra la ley Bosman y la ambición de horas de vuelo en Champions...

Hoy se enfrentan dos candidatos, el continuista Uribe-Echevarria y el que se ofrece como alternativa audaz, Elizegi. No he percibido, al menos en la distancia, un debate brillante. El Athletic se impone, está en su ser, unas limitaciones que le obligan a pensar las cosas mejor que los demás y no he visto eso en la campaña, o no he sido capaz de verlo. Pero al que gane, sea el que sea, le deseo lo mejor, y le aplaudo el atrevimiento de acudir a unas elecciones con el Athletic como está, le aplaudo la valentía de asumir el riesgo de ser el presidente en estos días difíciles. Y, gane el que gane, espero que tenga el mejor apoyo por parte del derrotado.