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Las chicas de Montevideo nos llenan de orgullo

El grupo de clasificación para la Eurocopa, sorteado ayer en Dublín, no nos ha dado ningún susto: Suecia, Noruega, Rumanía, Islas Feroe y Malta. Pasan el primero y el segundo, de manera que no parece que haya de qué asustarse. Luis Enrique incluso comentó que le hubiera gustado Alemania, que iba en el bombo dos, para meter algo de picante a estos meses. La Liga de Naciones nos trajo unas emociones que ahora echaremos en falta. Por cierto, la fase final se jugará en doce países, y la sede española será Bilbao. Si España pasa, como esperamos, volverá a jugar en la Ciudad de Don Diego, cosa que no pasa desde 1967.

Pero la verdadera gran noticia para nuestro fútbol llegó doce horas antes, cuando la selección Sub-17 femenina ganó el Mundial, en Montevideo, tras imponerse en la final a México. El que no lo viera, no sabe lo que se perdió. Un ejemplo del buen fútbol que caracteriza a todas nuestras categorías inferiores. El primer tiempo fue un primor, con un fútbol claro, rápido, penetrante, magnífico. Claudia Pina es una punta de lanza magnífica, una goleadora implacable con carita de actriz de serie de instituto adolescente. Eva Navarro es demoledora en las bandas. Irene López maneja el equipo con sabiduría en la media... No sigo. Todas lo hacen bien.

También la entrenadora, Toña Is. Se nota una mano firme en un equipo armónico, que se desempeñó bien en todas las facetas del juego, que supo resistir sin descentrarse el apretón final de México. “¿De dónde han salido esas chicas?”, me preguntaba un amigo ayer. De muchos años de trabajo bien hecho por la gente que apostó por esto años atrás. Cuando apareció el fútbol femenino aquí, allá por los setenta, fue objeto de burlas. Pioneras como Conchi Amancio lo pasaron muy mal, sufriendo parodias como aquello de ‘Las Ibéricas’ o ‘Folklóricas contra Finolis’. Hoy estas niñas de Montevideo nos explican cuánto hemos cambiado.