El partido de Miami está en el Juzgado
Mientras la Champions desgrana sus últimas cuitas para la fase de grupos (Madrid y Barça van al bombo de cuartos como campeones, el Atlético pasa seguro, el Valencia, tercero seguro, irá a la Europa League), nuestro fútbol se enfrasca en un lío feo. Tebas ha presentado en el Juzgado 12 de lo Mercantil demanda contra la Federación, a la que acusa de competencia desleal. Tebas quiere extender LaLiga fuera de nuestras fronteras, y a tal fin convenció al Girona para jugar su partido como local ante el Barça, ‘sorteado’ para el 26 de enero en Miami. La Federación entiende que eso altera la propia e íntima naturaleza de la competición.
El asunto aterriza ahora en la mesa de un juez al que no le arriendo la ganancia. Lleva el apellido de un lejano internacional español, pero le ha caído en la mesa un frasquito de trilita difícil de manejar. Una mala consecuencia de la relación imposible entre los dos poderes de nuestro fútbol, LaLiga y la Federación, léase Javier Tebas y Luis Rubiales. El deporte aspira, en su limpia esencia, a entenderse sin necesidad de acudir a la justicia ordinaria. Defender esto puede sonar algo cochambroso, pero es así. El deporte se construye sobre consensos respetados por todos. Como darse la mano tras un acuerdo. Salirse de eso es descarrilar.
Ahora estamos ante la audacia de Tebas de sacar LaLiga de su esencia, todos contra todos, en casa y fuera, como se inventó en 1888 en Inglaterra y luego fue expandiéndose al exterior. La idea de Tebas es positiva en su intención expansiva, pero sacrílega para los que valoran la esencia de la fórmula. Él piensa que en la obstrucción de la Federación hay más que puritanismo, que obedece a la rivalidad por los fondos de ‘Relevent’, interesada en la explotación de nuestro fútbol fuera de España, vía, por ejemplo, Supercopa. Eso es lo que lleva a la mesa de un juez de lo Mercantil, al que toca decidir en un asunto diabólico, sin precedentes.