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Vitamina Champions para el Madrid

El fútbol es un juego de instantes y el partido de Roma se definió en dos muy significativos, justo antes y después del descanso. En el primero, Ünder echó por encima del larguero un gol claro, que hubiera puesto en ventaja al Roma justo antes de ir a la caseta; en el segundo, Fazio cabeceó hacia su área un mal despeje picudo de Olsen, rebotando el balón hacia Bale que, solo, no tuvo dificultad para marcar. En esas dos jugadas salvó el Madrid un partido que llevaba mal y del que regresa con todo hecho: campeón de grupo a falta de un partido. Tras el 0-1 jugó un segundo tiempo cómodo, ante un Roma que se resintió de su doble desgracia.

Pero, resultado aparte, no fue un buen partido. Dijo Di Francesco en la víspera que se enfrentaban dos equipos enfermos. Encima, el resultado previo, la caída del CSKA ante el Viktoria Plzen, les clasificaba a los dos, lo que tampoco era un estímulo. Así que vimos un primer tiempo soso con aire de partido amistoso, en el que el Madrid fue a peor. Su último cuarto de hora fue francamente malo, con la defensa presionada y equivocándose con frecuencia, Nada que mejorara la imagen de Eibar. El segundo tiempo, a favor de corriente, resultó al menos llevadero, pero no ocurrió nada que enmendara de verdad el tremendo chasco de Ipurua.

Peor le fue al Valencia, que se pegó un arrimón en Turín ante la Juve de Cristiano. Un jugadón de éste, con gol de Mandzukic, resolvió el partido. Digamos que con justicia, aunque el Valencia jugó bien y un empate no hubiera sido un escándalo. Con el 1-0 y el final cerca, aún estaba vivo cuando se acercaba el final, porque el Young Boys le estaba empatando al Manchester United, pero al final llegó un gol de Fellaini que sentó como un mazazo. El Valencia no ha tenido suerte en esta fase y ahora estará bajo de ánimo, pero tiene por delante la perspectiva de la Europa League. Dicho de otro modo: está donde estuvo el Atlético hace un año.