El remo se suma a las quinielas olímpicas
El remo es un deporte con solera: está en el origen de los Juegos Olímpicos modernos, la Oxford-Cambridge es un clásico con dimensión mundial, la Federación Española celebrará su centenario el 10 de noviembre... Hay cierta tendencia a confundirlo con el piragüismo. Y si bien estuvieron unidos federativamente durante años, existen diferencias notables entre ambos. Un día se lo pregunté a David Cal, que me lo simplificó así: “El piragüista rema de frente y el remero de espaldas”. A partir de ahí, cada uno progresa por su propio cauce, aunque compartan espacios comunes. Otra relevante diferencia, en España, está en su recorrido olímpico. El piragüismo suma 16 medallas y no se baja del podio desde Atenas 2004, mientras que el remo exhibe la solitaria plata de Climent y Lasúrtegui en Los Ángeles 1984.
Mientras que el piragüismo creaba deportistas de éxito públicamente reconocibles, como Saúl Craviotto, el remo salía más en las noticias por problemas, y hasta escándalos, en sus competiciones de banco fijo: las populares traineras. Ahora eso se ha corregido. En los últimos Mundiales de Plovdiv (Bulgaria), en septiembre, Aina Cid y Anna Boada se colgaron el bronce en dos sin timonel y, de paso, se sumaron a las quinielas para Tokio 2020. En esos campeonatos hubo otros dos finalistas, por lo que la lógica anuncia que habrá al menos tres embarcaciones españolas en los próximos Juegos. La presidenta de la Federación, Asunción Loriente, también tuvo su protagonismo, porque fue la juez principal de la prueba reina: la final de ocho con timonel. Sólo lleva ocho meses al frente, pero ya es talismán para su deporte.