Muguruza y las WTA Finals
La impresionante foto de fin de temporada del circuito femenino de tenis, con el futurista Marina Bay Sands de Singapur de fondo, ha perdido este año a una habitual en las tres últimas ediciones: Garbiñe Muguruza. La española ganó Roland Garros 2016, Wimbledon 2017 y la temporada pasada se alzó al número uno. Sin embargo, ahora es decimotercera en el ranking y acabó decimoséptima en la clasificación del año que daba acceso a las WTA Finals. Va a cerrar su temporada disputando el Masters B en Zhuhai (China), cita reservada a tenistas sin plaza en el Masters pata negra. Parece más un castigo que un premio de consolación. Muguruza, recién cumplidos los 25 años, ha perdido esta campaña una gran oportunidad de hacerse fuerte en un circuito que anhela tener otra gran reina. Ahora no la hay.
Serena (37 años) ha firmado dos finales de Grand Slam, pero todo apunta a que no podrá alargar mucho su carrera. Maria Sharapova, el otro gran icono reciente, no ha remontado tras la sanción por dopaje. El hueco lo han llenado Simona Halep (27 años), que lesionada no jugará en Singapur y que estrenó su palmarés de grandes esta campaña en Roland Garros. O Caroline Wozniacki (28), quien había llegado a la cima del ranking WTA en 2010, aunque hasta el pasado enero no levantó su primer Grand Slam, en Australia. Angelique Kerber (30) vuelve a contar tras un 2017 nefasto. Y jóvenes como Naomi Osaka (21) han asomado. Pero ninguna posee el carisma ni el potencial de Muguruza. Lo tiene todo para reinar y se ha ausentado de la batalla. Necesita resetear. El trono está ahí y puede ocuparlo.