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Los flecos sueltos que deja el VAR

Ya tengo escrito aquí que el VAR me ha convencido más de lo que esperaba. No sólo ha corregido algunos errores (a nosotros nos vino de perlas en ese minuto mágico el día del España-Marruecos y el Portugal-Irán), sino que está teniendo una influencia benéfica en la conducta de los jugadores. Ha habido menos protestas, menos fingimientos (Neymar aparte) y menos tarjetas amarillas, como consecuencia natural de ello. Los jugadores saben que hay un ‘Gran Hermano’ que lo ve todo, así que meten menos el codo, se portan mejor y eso incluye que se arremolinen menos en torno al árbitro. Saben que si hay algo gordo irá a la pantalla.

Hasta ahí bien, pero quedan algunos flecos sueltos. Uno ya lo comenté el otro día. No está previsto revisar faltas ni señalamiento de córners. ¿Y qué hacemos si de una falta mal señalada viene un gol, como a juicio de muchos pasó en la final? ¿Y qué si viene el gol de un córner mal concedido? A la vista de que un 43% de los goles del Mundial han venido a balón parado, el asunto ha hecho reflexionar. Quizá se abra el VAR no a toda falta o todo córner, pero sí para los casos en los que inmediatamente llegue el gol. Otro fleco suelto han sido los agarrones en las áreas, las obstrucciones, las pantallas. Ese va a ser más difícil de abordar.

Y luego queda, claro, que detrás de la máquina, y en el campo para decidir en primera y última instancia, hay hombres, con sus condicionamientos. Y les siguen pesando los grandes más que los chicos. En la final se quejó Croacia. Antes, Marruecos, Serbia e Irán habían salido enfadados. Siempre el chico. No creo que con el nuevo modelo deje de haber ley del embudo. En fin, que el VAR resuelve cosas, pero no es la perfección. Así hay que admitirlo y no esperar más de lo que puede dar, no sea que un día nos pase aquí en un Clásico lo que ocurrió en el primer tiempo de la final y acabemos todos en el descanso en comisaría.