Si el fútbol va hacia el balón parado...

Por supuesto, cada vez que mi equipo marca un gol a balón parado me alegro. Aún recuerdo unos saques de córner cortos de Gento que Puskas, que arrancaba hacia ese lado, ‘peinaba’ hacia atrás y Zoco cabeceaba. Valía un gol tanto como el que elaboraba Amancio con sus brujerías o en el bando contrario Fusté con su llegada, o Ufarte con su desborde que acababa en gol de Luis, que aparecía desde atrás. El gol a balón parado resuelve partidos. Hacen bien los entrenadores en trabajarlos y esta Copa del Mundo avala ese esfuerzo. Ha habido mayor porcentaje de goles a balón parado que nunca en la historia. Eso deja este Mundial.

¿Es bueno? Yo pienso que no. Nunca salí de casa ni hubiera cruzado una calle para ver cómo mi equipo le hacía un gol ‘a balón parado’ al rival. Siempre salí de casa en busca de jugadas imaginativas, no prefabricadas en una pizarra. Jugadas que me hicieran sentir que el genio humano tiene su espacio de expresión en el fútbol. Un movimiento solidario, sí, pero no limitable a una pizarra. Tipos que se esconden, aparecen, se buscan, se encuentran... Hay una gracia en la fantasía de movimientos de un ataque que no se compensa con nada. Comparen el autogol de Mandzukic y el penalti de Griezmann con los goles de Pogba y Mbappé.

Así que ante la realidad de que en este Mundial el 43,19% de goles ha llegado a balón parado, lo que viene a ser el doble que en mundiales anteriores, conviene plantearse hacia dónde va el fútbol. Va hacia donde va, dirán muchos, y eso es indiscutible. Pero dado que va donde va, y ya que hay VAR, convendrá tener mayor ojo en qué faltas cerca del área son o no son, en qué córners son o no son, y cuándo pasamos por alto o no los agarrones en las áreas. Si el fútbol va hacia el balón parado, el VAR deberá acudir en su socorro. Ese es un fleco suelto que la FIFA anda reflexionando, tras ver tanto gol a balón parado... de origen no repasado.