Francia-Croacia, la tradición frente a la fe
Francia no inventó el fútbol, pero sí la Copa del Mundo, por la persona de Jules Rimet, el creador de este fenomenal suceso que nos fascina cada cuatro años. En esta final, Francia representa la tradición. No sólo inventó el Mundial, sino también la Copa de Europa y la Eurocopa, eso sin salirme del fútbol, porque fuera de él están los Juegos Olímpicos y el Tour. Francia representa hoy la tradición. Una nación antigua, una federación antigua, un historial que incluye una victoria en el Mundial y dos de Eurocopa. Dos veces ha organizado la Copa del Mundo. Y ha dado algunos de los mejores jugadores que han existido, como Kopa, Platini y Zidane.
Ha llegado a la final con un buen equipo, servido en todas sus posiciones por jugadores eficaces, algunos brillantes. Es bueno el portero, son buenos los laterales y los centrales, son muy fuertes los medios, aunque les falta el buen pie de Rabiot o Payet, desestimados por Deschamps porque su idea era otra: que la luz la ponga Griezmann en un equipo combativo.. Más arriba, Mbappé es brillante, aunque con intermitencias, y Giroud es un peleador incansable. He conocido equipos de Francia más lucidos, pero este tiene una eficacia que le ha permitido vencer al equipo con la mejor defensa, Uruguay, y al del mejor ataque, Bélgica.
Croacia es el país más joven de este Mundial. Su fuerte no es la tradición, su fuerte es la fe. Esos tipos que vemos ahí han pasado una guerra cuando niños. Han visto surgir a su país del derrumbe de algo anterior que se llamó Yugoslavia y en el parto aprendieron que la vida no es fácil. Su recorrido ha sido heroico, levantando marcadores, arrostrando prórrogas, salvando dos veces la trampa de la tanda de penaltis. Sin ñoñerías. Kalinic se negó a salir el último minuto ante Nigeria y Dalic le mandó a casa. Nadie protestó. Un ejemplo para todos. Sólo hay que ver correr sin descanso a Modric para saber que este equipo no regala nada.