Dos estrellas y un Balón de Oro
Mientras la final se jugaba en Moscú, Cristiano aterrizaba en Turín y Messi respiraba Barcelona tras el fiasco de la albiceleste y su semana de relax en el Caribe. Los reyes de las portadas, esos que se han repartido el Balón de Oro en los últimos diez años, eran en esta ocasión meros testigos del mejor fútbol del planeta. A través de la tele les llegó la victoria de Francia, el segundo título bleu de la historia y la entrada de Deschamps en un club tan selecto que hasta ayer sólo tenía dos socios: Zagallo y Beckenbauer.
Se habla de un título sin brillo, pero no sé si esa sensación es exclusivamente nuestra debido al KO de octavos que aún nos tiene groguis. Al fútbol se llega por muchos caminos y el de Francia es tan válido como cualquier otro; incluso con curvas tan sinuosas como la de su nueve, Giroud, que dejó el Mundial sin haber hecho un solo remate a puerta. Pero Francia ha sabido resolver, unas veces con oficio, como en cuartos o semifinales ante Uruguay y Bélgica, y otras con el aroma del buen fútbol, como en el que a mi entender fue el mejor partido del Mundial, aquel 4-3 con Argentina.
Ayer, al acabar la final, eché un vistazo a las apuestas para el Balón de Oro y me sorprendió no ver a Griezmann en el grupo de cabeza. Sí lo estaba Mbappé, tercero, en un Top 5 que completan Cristiano (1º), Modric (2º), Messi (4º) y Hazard (5º). Con el paso de los días habrá que ver qué peso tienen esas dos estrellas que desde ya lleva Antoine en el pecho. Junto al gallo. Galones de un éxito que otros sólo vieron por la tele.