Las periodistas se hartan y denuncian los acosos que sufren en Rusia
Respeto. El pasado 22 de junio, en esta misma tribuna, se relató el lamentable episodio que tuvo que aguantar Juliet González Teherán, una periodista colombiana que en una retransmisión para el canal Deutsche Welle, en la previa del Japón 2- Colombia 1, en Moscú, sufrió el acoso de un aficionado que se le acercó, le dio un beso en la cara sin su permiso y le manoseó el pecho. Por desgracia, este no ha sido un caso aislado. Son varias las periodistas (y no periodistas) que en lo que va de Mundial se han visto increpadas por aficionados que las acosan en las calles de Rusia.
Hartas. Como es lógico, ya hay quien ha levantado la voz y ha gritado “¡Basta!”. Es el caso de la periodista española María Gómez, la única reportera del equipo de Mediaset en el Mundial. Gómez ha denunciado públicamente en un programa de Be Mad, lo difícil que es hacer su trabajo: “Cada vez la indignación es más potente. Cada vez hay más maleducados que de pronto se abalanzan sobre nosotras e intentan besarnos mientras estás trabajando”.
Más casos. Julia Guimaraes ha sido el último caso de una periodista que ha sido acosada en directo. Guimaraes es una reportera del medio brasileño Globo Esporte que, en la previa del partido que enfrentó a Brasil con Serbia y que le dio el pase a los octavos a la canarinha como primera del Grupo E, se vio obligada a tener que esquivar a un aficionado que intento besarla en los labios. Guimaraes no se cortó y le abroncó en directo. “No trates nunca de hacer eso a una mujer, ¡respeta!”, le dijo a su acosador mientras se mantenía la señal de la retransmisión. Malin Wahlberg, reportera del canal sueco Aftonbladet TV, también se llevó un inapropiado beso en plena conexión en la previa del Suecia 1 -Corea 0, del Grupo F, pero esta prefirió no hacer comentarios al respecto.
Apoyo. Por suerte, estos lamentables episodios no han pasado inadvertidos. La conciencia social es cada vez mayor y el respaldo hacia las mujeres que sufren estos acosos también. A raíz del caso de Guimaraes, en redes sociales se viralizó el hashtag #deixaelatrabalhar (dejarlas trabajar en portugués), incluido en casi medio millón de tuits.