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La emoción del fútbol

Mundial y VAR

Iniciativa interesante la de As. Reunió en torno a la idea (y a la práctica) del VAR a siete escritores, desde el mexicano Jorge F. Hernández a la muy madrileña Almudena Grandes, pasando por Manuel Vilas, Luis García Montero, Luis Landero, y Ray Loriga, y les pidió que contaran qué significa para este bello deporte colectivo la presencia de un nuevo artilugio que cambiará sus reglas e incluso su relación con el tiempo. El fútbol será otro, como lo fue el cine cuando dejó de ser mudo o cuando cambió de piel y se hizo en colores. La actitud del aficionado será al principió impaciente. ¿Y luego?

Cura del tiempo

Somos tiempo, aparte de sangre, carne y alma; y el tiempo cura las impaciencias. Vendrá el VAR y, como decía Juan Ramón Jiménez, seguirán los pájaros cantando. El tiempo ha hecho que nos olvidemos de cuando se inventaron las distintas reglas, desde el fuera de juego marcado en el aire a la falta peligrosa rociada con spray para que se sepa dónde ocurrió. El fútbol es alegría y técnica, y no siempre fue igual a como es. Lo bueno es que cada variación ha sido marcada con una controversia a la que esta vez el As le ha añadido literatura. Nos acostumbraremos igual que a que los balones dejaran de ser pelotas de trapo.

Este es el balón

Ni siquiera el balón ha sido invariable. El de trapo, claro, era el del barranco en el que jugábamos, de chiquillos, a ser Kubala o Di Stéfano, el sonido que escuchábamos junto al mar cada vez que un defensa despejaba un balón, una música que parecía hecha por el dios del trueno. Escuché esta semana lo que decía Casemiro sobre su infancia y el fútbol, la humildad de sus recursos, el yogur que sigue tomando obsesivamente, pues entonces era para él un alimento inaccesible. Me emocionó la historia y su manera de contarla, tan tierno aquí, tan duro en el campo, tan determinante.

La pelota roja

Y recordé de aquel tiempo sin reglas que es la infancia la primera pelota que me regalaron. Era pequeña, roja y era el único juguete que tuve hasta entonces. Un día se escapó de mis manos y fue a parar a una azotea inaccesible. Durante años he soñado con esa pelota, como si la fuera a alcanzar por un milagro. Es posible que aún esté en aquel tejado. Mi obsesión por encontrarla forma parte de las historias infantiles que me devuelven el amor al fútbol tal como fue siempre: un juguete maravilloso que sigue siendo así. Pues el tiempo del fútbol es la eternidad con la que nos marca el recuerdo de los primeros juguetes.

El rey Aspas

Tiene tanta pasión este muchacho por el fútbol, para marcar goles, para fabricarlos, que se parece a los viejos futbolistas de los primeros tiempos del juego. Su presencia en la Selección es una garantía de lucha, expresada ahora en uno de los campos más extraordinarios del mundo, descrito aquí tan expresivamente por Javier Matallanas, que es como un pintor del fútbol. Mientras haya futbolistas como Aspas, esta España sin nervio ahora será imprevisible y no se rendirá. Está acostumbrado al fútbol de varios clubes, su sitio ya es el de la Selección, y Lopetegui lo sabrá convertir, ojalá, en el delantero del Mundial.

Y llega Cristiano

El primer combate tendrá enfrente a Cristiano. Sensaciones contradictorias en el madridismo. Un jugador tan determinante en la historia del club, y se detecta indiferencia ante su futuro. Se acostumbra uno a esa indiferencia, pues no es nueva con respecto a un futbolista grande. ¿Se irá?, pregunté a madridistas. Y expresan convicciones y deseos, que en el fútbol van juntas. Y lo que noté es que aquella noche en que Cristiano se expresó como alguien más grande que la Champions marcó el afecto (el desafecto) hacia el enorme futbolista. ¿Se irá? Y si se va se quedarán los pájaros cantando, quizá.