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El adiós de un grande

No será lo mismo. El gol que nos dio el Mundial en Sudáfrica, el mensaje posterior para su amigo Dani Jarque, el milagro de Stamford Bridge, las lágrimas de emoción en el banquillo tras su última final de Copa, las de ayer en su adiós. Cualquiera de sus asistencias únicas, su primer partido oficial con el 34, edad a la que dejará el Barça. La Champions de Roma, a la que llegó muy tocado y acabó dando una rotunda exhibición, su presencia en el once ideal de todas las competiciones que disputó. El Balón de Oro que debió ser y no fue. Sus paredes imposibles con Messi. El zig zag en las líneas de fondo de cualquier estadio del mundo para encontrar siempre la opción que sólo él imaginaba. El reconocimiento de las aficiones del planeta, de sus compañeros y rivales, el abrazo con Gil Manzano en el Metropolitano en pleno partido tras una discusión. Su mágica sencillez. Sus 31 títulos y uno más que llegará. Vimos a Iniesta. Lo veremos en Rusia, y nos buscaremos la vida para seguir viéndolo, aquí o en la Conchinchina.

Vecinos y enemigos. No me ha gustado el cariz que ha tomado la previa del derbi vasco. Al buen seguidor de Athletic y Real Sociedad le gusta presumir de una realidad, es un partido de buen rollo generalizado. De pintxos y de potes, hoy toca por la parte vieja de Donostia como en la ida fue por las Siete Calles. Después está el acomplejado de ambos bandos, que lo hay. Esta semana ha adquirido notoriedad. Curiosamente la adquiere cuando el oponente se la da. Lo señala, y la consigue. Hablo de los billetes que al parecer han impreso un grupo de chavales con la cara de Iñigo Martínez. De muy mal gusto. El futbolista es dueño de su destino. Lo es Iñigo, como lo fue Llorente cuando dejó Bilbao por Turín, parte de San Mamés no se lo perdona pero curiosamente entiende lo que hizo el central. La misma historia de siempre. Pasó con Etxeberria y creo que hoy pasará pero a menor escala. A todos los alterados, de uno y otro equipo, les vendría bien leer algo de historia, quizá incluso una charla con Iribar y Kortabarría, con Bixio Gorriz, con Julen Guerrero o Xabi Prieto. Incluso con los que cambiaron de colores y son respetados en ambas ciudades, caso de Bittor Alkiza. Pero es más preocupante cuando en el barro se meten los clubes. Espero que estén a la altura de lo que representan. El foco en el balón y el barro para el acomplejado. Aupa el derbi vasco, el vecino y la gente sana.

La memoria del fútbol. La mecha es muy corta. Un mal partido y una cuestionada planificación de la plantilla pone en jaque un Siglo XXI de leyenda. Le está pasando al Sevilla C.F. Desde que el equipo subió de Segunda en 2001, han sido 17 finales y nueve títulos. ¿No es suficiente colchón para reflexionar con calma?