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Málaga: del cielo al infierno

El gran cambio. Hace cinco años, abril de 2013, el Málaga se codeaba con los mejores de Europa. Sólo un gol del Dortmund en el 93’ impidió que aquel equipazo se metiera en semifinales de Champions. Qué figurones: Joaquín, Baptista, Santa Cruz, Saviola, Demichelis... Y sobre todo, Isco. He vuelto a ver aquel 3-0 contra el Zenit y sus dos goles, el primero al Oporto en la remontada de octavos. Ese Joaquín tumbando al Milán de Allegri en fase de grupos y pegando una exhibición en Anderlecht. Una pena ver al club ahora, abandonado a su suerte. En Segunda, sin rumbo. En el camino también se dejaron atrás proyectos interesantes como el de Javi Gracia, cerca siempre de Europa y siendo competitivo. El año pasado algo se torció, más aún en verano. Sin plan tras la marcha de Sandro, Camacho y Fornals. Ese equipo, esa afición, esa ciudad debe volver.

El Madrid que viene.  Zidane transmite dos cosas importantes que modificarán el esqueleto del Real Madrid del año que viene. Ha entendido que hay que vender a Bale y que Benzema ya no es intocable. Se une que Cristiano ha comprendido los beneficios del descanso, llega como un tiro. Son 22 goles en los últimos 12 partidos. Cuando el luso pare, ya con un año más, alguien deberá hacer los goles. Ese alguien no es Benzemá. Desde luego un buen complemento, pero su temporada de cinco tantos en Liga le encarga el gol a otro. Ahora bien, ¿debe el Madrid pagar una morterada por un delantero centro de postín? Kane rondaría el traspaso récord y Lewandowski, además de veterano, tiene la puerta de Múnich bloqueada. En realidad Cristiano es el matador del equipo, cada temporada está más cerca del punto de penalti. Otra cosa es que se busque un buen delantero que haga el papel de Morata, que Mariano hace en Francia y que Mayoral no ha podido hacer. Vamos, que igual interesa más poner la pasta en otra posición de campo. Además, el no fichaje de Kepa, por decisión del entrenador, fortalece la idea de los fichajes de club, a veces muy necesarios.

Uno saldrá tocado. La final de Copa es muy importante para Montella y Valverde. El del Barça necesita poner la guinda antes que el pastel. Con la Liga hecha, el doblete le permite defender con una nota muy alta la temporada. Perderla abre una grieta, en un club que ha ganado cinco de las últimas diez. Para el italiano parece un todo o nada. Puede ser injusto, porque por juego mereció más contra el Bayern. Pero el Sevilla del siglo XXI está acostumbrado a jugar finales y sólo le vale ganarla. Y si la pierde, que sea con buena imagen. En Liga el italiano tiene un 19 de 48 puntos posibles, muy escaso. El resultado de hoy condiciona su proyecto.