Se fueron Cristiano y Diego Costa, y...

El derbi se quedó a medias. Cuando mejor estaba, empate a uno y abierto para los dos, Zidane primero y luego Simeone tomaron decisiones parecidas que lo enfriaron: sustituir a Cristiano y a Diego Costa. Se entiende, claro. Los dos saben que su guerra está en Europa y que aunque los cuartos estén casi resueltos luego quedará la semifinal y esperan que también la final. En esos tres partidos y sólo en ellos piensan el Madrid y el Atlético, pero esa forma tan explícita con la que nos lo mostraron los dos entrenadores estropeó una tarde en la que estaban pasando cosas. Aún pasaron algunas, pero ya faltó credibilidad de derbi serio.

El Atlético salió a mi juicio demasiado atrás, esperando en el área, equivocándose en la salida por el centro muy bien cerrado por el Madrid, y sin buscar las bandas para prosperar. Así que se jugaba en el entorno del área del Atleti, donde el ataque blanco se convirtió a ratos en una casi monótona sucesión de córners, que acaban en despeje, en remate, en penalti reclamado, en un caso en tiro a la escuadra y varias veces en buenas paradas de Oblak. El Atlético también se chocó con Keylor una de las pocas veces que pudo prosperar hasta él. Fue una tarde de porteros, lo que da para mucho comentario, porque el tema se presta.

Todo siguió así hasta el gol de Cristiano, tras galopada de Bale por su lado, en el que mejora mucho. Entonces Simeone le soltó la cadena al Atlético, que se fue arriba y en cinco minutos creó tres ocasiones, de las que la segunda fue el empate. Aquello prometió por unos instantes, pero llegaron los dos cambios dichosos y la atmósfera cambió. Siguió habiendo partido, y ocasiones, pero nada fue lo mismo. Apretó más el Madrid, que soñó con la victoria ya en el descuento, en un golpe franco de Sergio Ramos que paró Oblak, pero la cosa quedó como estaba, en 1-1. Luego dio tiempo de ver el final de Ferrer, que eso sí que fue emoción a lo grande...