Cristiano descansa más que Messi

Cuando la temporada entra en su tramo decisivo, Messi lanza un SOS: no está bien. Ese SOS de Messi hay que tomarlo con precaución: es cierto que ha tenido que abstenerse en los dos recientes partidos de Argentina, incluido el del Wanda Metropolitano, y que fue insólitamente inofensivo en el Barça-Roma, que acabó en goleada porque a falta de Messi al Barça se le aparecieron los duendes sonrientes del fútbol, en forma de arbitraje o autogoles rivales. Pero entre una cosa y otra vimos su salida en la última media hora en Sevilla, en la que dio un vuelco al partido, por nervio, jerarquía y, a las últimas, precisión en el remate.

Pero hay un contraste con Cristiano que, al revés, ha ido de menos a más. Empezó faltando varios partidos por su sanción en la Supercopa y luego estuvo varias semanas raramente negado ante el gol. Confieso, y es hora de cantar la palinodia, que llegué a desconfiar de sus posibilidades de futuro. Pensé que ya estaba declinante. La edad, 33, y el descenso en su ritmo de goles apuntaban a eso. Pero he ahí que ha recuperado su ferocidad goleadora que se acentúa cuando más importantes son los partidos, y subraya ese resurgir con un gol de leyenda, su pletórica chilena en Turín, la foto de su carrera. Su gol número 649 ha sido el mejor de todos.

Hay explicaciones, claro. Está administrándose, de acuerdo con Zidane. Aquel Cristiano angustioso que no se perdonaba ni un minuto en su obsesión por ganarle el pulso a Messi ha admitido que es más razonable guardar fuerzas para los tramos finales de la temporada, cuando se juegan los títulos. Echando cuentas, resulta que lleva jugados nueve partidos menos que Messi, y se nota, y eso que el argentino es más joven. Son dos genios y también dos viciosos del fútbol a los que cuesta convencer para que se abstengan de jugar algún partido de cuando en cuando. Zidane lo está consiguiendo y el resultado es muy gratificante.