Cristiano ensayó su chilena mágica un día antes en Turín

El talento se tiene o no se tiene. “No pidas peras al olmo”, nos decían de pequeños nuestros padres cuando queríamos algo que para ellos era inalcanzable. Pero cuando te encuentras en la vida con un tipo como Cristiano, conviene resetear tu escala de valores y dejar muchas interrogantes antes de realizar afirmaciones presuntamente incontestables. Cristiano tiene una confianza descomunal y una autoestima a prueba de bombas. Ello le ayuda a fabricar su propio éxito. Lo de “la tierra para el que la trabaja” es un dicho que perfectamente se hubiera podido inventar pensando en él. De hecho, su gol global, que ha dado la vuelta al mundo hasta en los últimos confines de la Tierra, no fue producto de un momento de inspiración. Esto estaba entrenado. Cierto que sin suerte hasta este 3 de abril que quedará para la memoria de los amantes del fútbol tridimensional. Pero él insistió e insistió. Sabía que al final le llegaría la ocasión de consumarlo. Y fue en Turín.

En la víspera del partidazo del martes, Cristiano ensayó la chilena de la gloria. Tras un remate de Mayoral que repelió el larguero de la portería defendida por Keylor, el bote posterior del balón fue tan alto que Cristiano se giró y de espaldas ensayó el acrobático remate que pueden ver en la foto. Su pie derecho no llegó a elevarse tanto y, además, el desenlace fue menos gozoso porque el esférico se estrelló en el palo de Keylor. Curioso. Era la misma portería en la que un día después vio plasmado su sueño el Terremoto de Funchal...

Cristiano es tan bueno que sabe elegir los días. Uno pasa a la posteridad no sólo por lo que hace, sino por cuándo lo hace. Esta chilena en un partido cualquiera de Liga habría tenido una repercusión mucho más atomizada. El portugués se estimula en los días de fiesta mayor. Por eso le metió cinco goles a Neuer, tres a Oblak, tropecientos a Buffon... Cristiano sería el décimo goleador en la tabla de la Champions si él solo fuera un equipo. Lo es.