España barrió a una Argentina sin Messi
Contentos sin presumir, titulamos el otro día, tras el empate en Alemania donde jugamos muy bien pero chutamos poco y sólo empatamos. Ahora estamos contentos con derecho a presumir, porque han sido seis goles a Argentina y porque su rabiosa reacción a partir del cuarto, cuando se pusieron a pegar mucho y feo, impulsa al desahogo. España da con este resultado un zapatazo en el escenario internacional. Esta vez jugó de otra manera: no tuvo el control exquisito de su reconocido tiqui-taca, pero penalizó los errores de Argentina con precisión de cirujano. Isco, con tres goles, fue la estrella de un equipo que está para volar muy alto.
No salió Messi, lo que en principio era una decepción y al tiempo una ventaja. Lo sufrió a vista de pájaro, desde un palco, donde su cara de preocupación fue creciendo durante el partido. Argentina no empezó mal, casi podríamos decir que bien, e Higuaín tuvo la primera ocasión de la noche. Pero España cazó dos malas salidas de Argentina en su campo y le colocó dos roscos. Las cosas siguieron igual y cerca del descanso marcó Otamendi, en un córner en el que Sergio Ramos saltó mal y De Gea ‘se quedó con el molde’, como dicen los argentinos. Traducido, el balón le pasó entre las manos. Había partido, o eso parecía...
Pero no, no lo había. En la segunda mitad, con Iago Aspas por Diego Costa, España acertó a meter contraataques precisos sobre la mal colocada defensa Argentina. Aquello fue un desmán. Llegaron dos goles rápidos, Argentina se puso a pegar, llegaron otros dos, Argentina pegó más... El árbitro, un inglés bienintencionado, tardó demasiado en darse cuenta de que aquello descarrilaba, retrasó las tarjetas (sólo sacó amarillas) y fue en buena medida culpable de aquello. Pero nada detenía la fiesta. Hubo olés, Piqué se fue con muchos más aplausos que pitos y hasta vimos debutar a Marcos Alonso III. Marquitos habrá sonreído en el cielo.