Que un árbitro agreda a un jugador no tiene justificación

Estamos ante un hecho insólito en el fútbol profesional. Que un árbitro agreda a un jugador durante el partido es muy grave, no tiene justificación alguna y yo no quiero buscársela.

He visto la acción y si hubiera sido al revés me gustaría que se sancionase de la misma manera.

Al día siguiente, por la mañana, la comisión de arbitraje sancionó al árbitro indefinidamente, cosa que desde aquí aplaudo y apoyo. Ante estos hechos, la actuación rápida y enérgica de la comisión arbitral se hace eco de la gravedad del asunto y deja sin argumentos al que quiera atacar al colectivo arbitral. Por cierto, colectivo que se ve agredido física y verbalmente todos los fines de semana.

Sin querer comparar hechos ni hacer una lista de cuál es más denigrante, dejarme hacer una pequeña reflexión en voz alta: no vayamos a otros países y miremos el nuestro ahora que el domingo también saltó una denuncia por insulto racista. Denuncia que hasta que no se demuestre lo contrario es mejor no opinar.

Hemos visto, oído y hasta se han recogido en el acta insultos racistas hacia jugadores, pero ¿cuántas gradas se han cerrado por este motivo?

¿De dónde viene la presión para que queden impunes estos gritos y dejemos pasar el tiempo?

Por eso, lo orgulloso que estoy de la comisión de arbitraje en Francia, que a las pocas horas inhabilita a este árbitro. Estoy triste porque la tolerancia cero para otro tipo de violencia que se ve en los estadios lo dejamos pasar muy tibiamente.