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El Madrid ya no vuelve: siempre está

Sexto título mundial para el Real Madrid, quinto título en el 2017, duodécima final internacional consecutiva ganada. Esos son los poderes del Real Madrid, del que antes decíamos que siempre vuelve. Ya no se puede decir eso: ahora hay que decir que siempre está. El nuevo logro llegó en un partido áspero, bien manejado por los blancos pero resuelto por un solo gol. Lo marcó el de siempre, Cristiano Ronaldo. Un gol de oro para el Balón de Oro. Llegó al transformar una falta que le habían hecho a él mismo. Marcó otro, anulado por un fuera de juego previo muy ajustado de Benzema, y le sacó a Grohe, el meta brasileño, su mejor parada.

El partido empezó con una advertencia: una entrada por detrás de Geromel al propio Cristiano, al que le tatuó los tacones en el gemelo. La víctima se bajó la media y le mostró el destrozo al árbitro, el mexicano César Ramos, pero éste, como si oyera llover. En América se juega con dureza y se arbitra con permisividad. El Madrid ya sabía lo que había y se enfrentó a ello: un partido cuesta arriba, contra un equipo duro y serio. Lo jugó con el afán que es característica de la casa. Ya había levantado el juego el otro día ante el Sevilla. Hermel, que habla mucho con Zidane, me comentó a propósito: “El Madrid se crece cuando huele a título”.

No estuvo en peligro su victoria más que en un momento, un empellón temerario de Sergio Ramos a Ramiro cuando éste ya había metido un centro mal medido al área chica. De eso se quejó luego Renato, porque aún iban cero-cero. Pero fue lo más parecido a una jugada peligrosa en el área del Madrid, mientras que en la del Gremio hubo varias, entre ellas un tiro al palo. En definitiva, el Madrid se mantiene en la cima del mundo y regresa a casa fortalecido, con Bale en vías de recuperación (hay que tocar madera) y con la vista puesta en el Clásico, donde tiene a mano la posibilidad de meterse de nuevo en la lucha por LaLiga.