Zidane puede contar por fin con todos
El Gremio de Portoalegre ya está en la final del Mundialito, donde esperará al Madrid o a su rival de esta noche, el Al Jazira, en el improbable caso de que hoy dé la sorpresa. La verdad es que la primera semifinal no fue buena. Se resolvió con un solo gol, en la prórroga (excelente, eso sí) y se vieron muy pocas llegadas y mucha suciedad. Gente dura en los dos equipos, mucho tipo con aire atrabiliario pegando sin escrúpulos, por abajo o por arriba, porque los manotazos o codazos fueron de uso común. Ese tipo de fútbol que se ve tanto en la Copa Libertadores y en la Copa América. Fútbol macho, sin concesiones, sin quejas. Y sin belleza.
El de hoy lo esperamos mejor. El Madrid va animado, con la enfermería vacía, y es de suponer que Zidane incluso se anime a poner un ratito a Bale, que al fin y al cabo es uno de los cromos lujosos del jefe y en ocasiones así conviene especialmente lucirlo. El rival, claro, no asusta. Entró en este Mundialito como campeón local, no de ninguna confederación, aunque se ha ganado estar en este partido derrotando sucesivamente a dos que sí lo eran, el Auckland, de Oceanía, y el Urawa, de Asia. Es propiedad del mismo señor que tiene el City, aunque su presupuesto queda lejano de los niveles del gran fútbol europeo: cincuenta millones.
Este será seguramente el último Mundialito con esta fórmula, que no convence. En marzo, en Bogotá, se pretende aprobar un Mundial de Clubes con 24 participantes, una vez cada cuatro años, sustituyendo a la Confecup. La idea es hacer ocho grupos de tres equipos. Se discute el número por Confederación, porque Europa pretende 12 y dejar a Sudamérica con sólo cinco. África, Asia y la Concacaf tendrían dos y Oceanía, uno. Los sudamericanos protestan, claro. Al tiempo, volvería la Intercontinental, al viejo estilo, enfrentando al campeón europeo y al de la Libertadores. Me gustan las dos ideas más que esto que tenemos ahora.