Casillas gana el Balón de Oro otoñal
El Golden Foot Award es una distinción monegasca, ligada a los Raniero, que se viene dando desde hace unos años y que viene a ser como una especie de Balón de Oro otoñal. Un premio a jugadores mayores de 29 años, se entiende que al final de sus carreras, cuando tienen más por detrás que por delante. Un reconocimiento a una trayectoria, que les llega como un consuelo cuando empiezan a declinar. Este premio se abre más a los porteros que el Balón de Oro, al menos así lo ha hecho en las dos últimas de sus quince ediciones. La anterior la ganó Buffon. Esta, Casillas, que cierra por ahora una brillante lista que empezó en Baggio, en 2003.
Habrá quien diga que es un premio menor, un sarao más de ese Principado que muchos tienen por el departamento de imagen de un gran casino. Yo no lo veo así. La lista de ganadores es magnífica, dignifica el fútbol, y esta última elección de Casillas contribuye a ello. Este premio, una especie de Balón de Oro otoñal, me parece una gran iniciativa que refuta ese dicho ligero de que el fútbol no tiene memoria. Sí la tiene. En su último trance, los jugadores suelen verse desasistidos de la devoción que les ha acompañado desde sus inicios. Pero, superado ese trance, todo es reconocimiento. Y en este caso, antes incluso de superarlo.
A Casillas le viene bien, ahora que en el Oporto le toca ser suplente, por causas que imagino espurias. Aquí, en Madrid y en España, vemos con pena esa triste imagen suya en el banquillo. Nos recuerda algunos raros malos días en el Madrid, cuando Mourinho le penalizó presuntamente por congeniar en la Selección con Xavi y Puyol, para bien del equipo nacional. (Lo de presuntamente quizá lo debería haber puesto entre comillas). Aquel intento de concordia quebró su trayectoria en el Madrid, del que no se marchó como debía. Ahora planta su huella en ese paseo de leyendas de Mónaco, donde sólo pisan los mejores.