Sobre un partido innecesario en Vaduz
No creo que el partido de anoche le hiciera ningún bien a Liechtenstein ni a España ni a la UEFA ni a la FIFA ni al fútbol en general. La teoría es que los países menores tienen derecho a vivir la ilusión de enfrentarse a los grandes. De ver en su campo, por poner este caso, a jugadores como Iniesta, Sergio Ramos o Piqué. Ese es el lado bueno. El lado malo es la desproporción, el espectáculo de una selección menor apabullada por otra mayor. Y no puede ser de otra manera. Liechtenstein tiene los mismos habitantes que Ronda, dos mil más que Teruel. La posibilidad de que reúnan un buen once que se enfrente a España es remota, claro.
Así que asistimos a una nueva goleada. En ocho partidos, España le ha marcado 39 goles a Liechtenstein, todos al mismo portero, Jehle, que debutó en su selección en 1998 y se mantiene titular porque aún no sale nadie que le desplace. España jugó a placer y acumuló más goles ante un eventual tropiezo, para ponerse a salvo de la posibilidad de que nos alcance Italia. Lo mejor del partido fue, quizá, ver de nuevo a Iniesta suelto, disfrutando. Por lo que sea, en los partidos con el Barça suele ofrecer menos participación y brío, un aire más decadente. En estos dos partidos con España, el de Madrid y el de Vaduz, se le ha visto muy bien.
El grupo avanza inexorablemente hacia el final previsto. España e Italia se repartirán los dos puestos. Nosotros vamos a la clasificación directa, Italia a la repesca. Por fortuna no ha sido al revés. Pero mi reflexión va por los otros: han luchado por nada, todos sabíamos lo que iba a pasar. Si hubiera una segunda categoría, lucharían por subir a la primera, y los peores de la primera por no bajar a la segunda. El fútbol de clubes hace tiempo que se organiza en Champions y Europa League, con fases de clasificación previa. La UEFA prepara ya, para las fechas de amistosos, una ‘Liga de las Naciones’ con cuatro categorías. Ya es un paso.