NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Los villaristas piden a Villar que se vaya

El Secretario de Estado, José Ramón Lete, reunió ayer en el CSD a todos los presidentes de territoriales y de ahí salió el acuerdo de pedirle a Villar que dimita. Acuerdo unánime. Los que han estado comiendo de su mano (todos menos tres díscolos, los de la Aragonesa, la Andaluza y la Gallega) se vuelven contra él. De entre ellos puede salir un candidato para la sucesión. En cierto modo, se han puesto a jugarse a los dados la túnica del condenado, que tiene más aspirantes. Uno es Luis Rubiales, presidente da la AFE, al que Tebas a su vez no quiere ver ni en pintura. Hay conspiraciones por acá y acullá buscando un nombre para la sucesión.

Pero la pelota aún está en el campo de Villar. Si éste cede a la presión, cosa que espera el siempre bienintencionado Lete, y dimite, la Asamblea del próximo día 6 podría abrir ya un proceso electoral, con los candidatos que aparecieren. ¿Y si no dimite y sigue encastillado? Pues entonces hay que esperar hasta noviembre, cuando se cumplan seis meses de su última reelección, plazo a partir del cual se puede presentar una moción de censura. Moción ‘positiva’, es decir, con candidato a sustituirle. Me figuro que llegaremos ahí. Villar es terco, esa es su característica personal más acusada. No creo que le asuste ese pronunciamiento de ayer.

Además, no descarto que algunos de los asistentes a la reunión sigan por lo bajinis en contacto con Villar, contándole todo y guiándose por él. Cuando Lete dijo que si es preciso enviará funcionarios a la Federación para tutelar el proceso, muchos se pusieron de uñas. Y acabada la reunión pidieron permiso para seguir en la sala, ya sin Lete. Larrea, por su parte, les pidió que vuelvan a la Junta y se comprometió a no presentarse a la sucesión. Quizá no le haga falta, porque ya está ahí y está a gusto, y mientras no haya consenso en torno a alguna otra figura tiene más papeletas que nadie. Justo él, el más antiguo servidor y cómplice del ‘Villarato’.