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Tres palos de Messi y un gol de Bale

LaLiga ha echado a andar entre muestras de apoyo a las víctimas de la barbarie del jueves y de cariño a Barcelona. Me resultó entrañable ver al Betis con una leyenda en catalán en la camiseta. Como continuación a ese campo del Sevilla envuelto en luces color senyera. El dolor une y el fútbol puede ayudar a recomponer lo que otros estropean. No todo el mundo ha estado a la altura, claro. El autor de la nota discordante, el que diferenció en su enumeración de las víctimas a ‘catalanes’ y ‘ciudadanos españoles’, estaba en el palco del Camp Nou, a la derecha de Bartomeu. Con todo el derecho, claro, pero qué distinto lo suyo de lo del Betis.

El Camp Nou estuvo un poco raro. Tardaremos en reponernos de lo que pasó, claro. El Barça sacó el partido con una actuación convincente de Deulofeu, que estuvo en los dos goles, y el difícil registro de tres tiros al palo de Messi. Quizá algún gol le hubiera aliviado el gesto preocupado, casi ceñudo, que se le veía. No puede ser ajeno al pesar de la ciudad que le acogió. Y quizá a eso se haya unido el insistente rumor que corrió ayer de que el City pretendería pagar su cláusula, que es de 250 millones. Se supone que su renovación con el Barça está ya puesta a limpio hasta la última coma, pero aún no ha firmado. Y eso alimenta rumores.

Al Barça no le hicieron falta los goles de Messi para ganar al Betis, como tampoco al Madrid los de Cristiano, ausente, para ganar en Riazor. Zidane inaugura este curso una nueva dinámica: en lugar de un equipo A y otro B que dé descansos al primero, ahora mezcla, en la idea, real, de una equiparación de méritos en la plantilla. El miércoles, ante el Barça, fueron suplentes Casemiro, Isco y Bale, que ayer jugaron. Bale encontró por fin el gol (no marcaba desde febrero) y dio otro, pero no mató la nostalgia de Asensio, que sólo entró al final. Con unos y con otros, el Madrid pita. Mantiene esa sensación de poderío que viene a ser el sello de Zidane.