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Un periódico hecho desde el dolor

En días así es muy difícil hacer un periódico deportivo. Peor, es casi absurdo. El deporte nació para la distracción, para la concordia, para la alegría. Es la exaltación de las mejores virtudes físicas y morales de la especie, trata de abrirse paso cada día entre el sinnúmero de inquietudes que nos acechan. Y generalmente lo consigue. Nos distrae, nos inspira, provoca nuestra admiración por las inocentes hazañas de esos héroes y heroínas civiles que nos muestran un camino de superación. Es un mundo de buenos ejemplos. También los hay malos, sí, pero son los menos, y su contraste enaltece aún más lo mejor del deporte.

Pero ante un hecho como el de ayer, todo eso pierde de golpe el sentido. ¿Cómo seguir sacándole punta al último Clásico? ¿Cómo contar la ilusión por el inminente comienzo de la Vuelta a España? ¿Cómo mantener el interés en el fichaje que viene o no viene, en el partido que se juega, en los que se van a jugar? ¿Cómo poner la mirada en LaLiga que empieza, cuando la pantalla de televisión nos arroja esas imágenes, ese reguero de víctimas en el paseo más bonito y querido de Barcelona? Ante algo así, los contenidos de un periódico deportivo parecen pasar de tema inofensivo de conversación a banalidad inoportuna.

Pero ahí va este periódico, a pesar de todo. Con él, nuestro dolor, nuestro abrazo a las víctimas, a sus deudos, nuestros deseos de que los heridos mejoren y superen, en lo posible, el horrible recuerdo. Hemos hecho este periódico como remando río arriba, con cierta conciencia de estar haciendo algo que carece de sentido. Pero hemos sentido que es nuestra obligación, que el mundo debe seguir, que va a seguir, y con él el deporte, la más importante de las cosas pequeñas. No sé si alguien tendrá ánimo para entrar hoy en nuestros contenidos, pero ahí está. Lo hemos hecho como hemos podido, pero cargados de dolor.