Séptimo título de Zidane en año y medio
Salió el balón y se espantaron los malos rollos. Cierto que hubo algunas protestas en el minuto siete, en rechazo a la sanción de Cristiano, pero el fútbol pudo con todo. El fútbol del Madrid, me refiero. El Barça le duró poco, en realidad. Salió a por él con energía, le asfixió en el fondo y marcó pronto, con un tirazo de Asensio. Luego se tomó un respiro, esperó algo al Barça, pero el Barça no estaba. Iba para arriba con poca fe. El rostro de Messi lo decía todo. Miraba a su alrededor y no veía a Xavi ni a Iniesta, no veía con quién combinar. Y cuando el Madrid quiso y apretó, hizo daño. Antes del descanso sumó otro gol y un tiro al palo.
Valverde salió con el experimento de tres centrales, con Sergi Roberto y Jordi Alba como carrileros, pero no le funcionó. Benzema, muy activo, entretuvo a los tres centrales, mientras sus laterales eran cogidos una y otra vez dos contra uno por Lucas y Carvajal a un lado o por Marcelo y Asensio al otro. El desavío se le arregló casi solo a Valverde, porque Piqué tuvo que retirarse al principio de la segunda parte con un dolor en la ingle. Entró Semedo, Sergi Roberto pasó a la media y el Barça se recolocó en 4-4-2. Al tiempo, el Madrid aflojó. Casi puede decirse que sesteó. Tanto sesteó que el Barça, haciendo poco, remató dos veces al palo.
Fue un feo segundo tiempo, decepcionante para quienes llegaron a acariciar la idea de una gran goleada. Pero, acabado el partido, llegaron las cuentas y el festejo: el Madrid ha ganado 5-1 en el agregado de esta doble final y se lleva su cuarto título del año 2017. Y eso sin contar con su estrella, Cristiano, más que en veinticuatro minutos del primer partido. Para Zidane es el séptimo título en año y medio, una barbaridad. Echando la mirada atrás, cuando llegó, con aquel Madrid triste que dejó Benítez, se da más mérito a lo que ha hecho. Larrea, presidente en funciones, dio la copa, ahora que se ha esfumado Villar. Nada frena a este Madrid.