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Dembélé no es lo que necesita el Barça

El Barça tiene la oportunidad de volver a ser de verdad un equipo tras la dolorosa salida de Neymar. No hay mal que por bien no venga. Cruyff, Maradona y Ronaldinho, estrellas con más lustre que él, ya se marcharon un día y el club alzó títulos de inmediato con el luto aún presente. Ahora, con escasos genios en el mercado capaces de tan siquiera igualar a Neymar en el arte de complementar a Messi, Valverde tiene vía libre para devolver el poder a los centrocampistas. En la mano del Txingurri está sustituir un 4-3-3 que no se discutía con la inigualable MSN por un nuevo, más equilibrado y competitivo 4-4-1-1 con todas sus variantes en el que Messi sería el último centrocampista y el primero de los atacantes. Con todo lo que ello supone para la alegría del juego blaugrana y para el miedo del rival. Sólo Dembélé podría romper este plan. Tras los robos de Theo, Asensio y Ceballos, lo mejor por una vez para el Barça sería que el francés vista de blanco.

Su precio, desproporcionado para lo que ha hecho aún pese a ser un bicho, haría de Dembélé un nuevo titular indiscutible en el Barça a falta de saber si marida con el estilo y los jefes. Mal asunto. Su crónica titularidad restaría un volante a un equipo ávido de posesión y seguiría partiendo al bloque en dos con tres jugadores mágicos (aunque menos que antes) por delante que no hacen más que generar numerosos centrocampistas acomplejados por detrás con una doble y exigente tarea: hacer llegar el balón al área rival con la maestría y precisión que sólo aporta Iniesta y tapar estresados los agujeros que un tridente siempre deja a sus espaldas. Si la operación Dembélé se atasca, Deulofeu, Arda o Alcácer dan el nivel para superar a media Liga en casa, pero no para desnivelar en las grandes noches. Esas en las que Messi necesita echar el balón a una banda como desahogo para que alguien de peso con buen uno contra uno atraiga a varios marcadores por su peligrosidad y vaya haciéndole hueco para reaparecer en el momento clave. Aún recuerdo la impotencia de ver a Jeffren en un 4-3-3 intentando eliminar al Inter de Mou en la Champions de 2010. Insistir en un dibujo sin artistas sería un peligroso regreso al pasado.

Este Barça necesita mucho más a un jugador como Coutinho y a un todocampista como Pjanic que refuerce a esa medular venida a menos. Más que un pelotero, urgen dos. Ahí es donde el errático Bartomeu tiene que dejarse gran parte de los 222 millones recaudados para encarrilar su descarrilamiento. Así se reforzaría el papel de Busquets, primer pagano de los desequilibrios, se daría más alas a Iniesta, se impediría que Rakitic sea indiscutible, no habría que tirar de Mascherano como brújula y se aportaría más chispa, clase y ambición que la que inyectan con timidez André Gomes o Denis Suárez. El Barça debe decidir con urgencia: volver a ser poco a poco lo que era u obsesionarse con querer suplir a Neymar con cualquier cromo que temple los nervios. Todos sus caminos conducen a reconstruirse desde la zona cero ubicada en medio campo. El lugar donde habita ese gremio con el que se alcanzó la gloria. El mismo al que Luis Enrique hizo de menos para explotar a la carrera tanta pegada arriba y que ahora ve cómo su patente se ejecuta con más soltura y lucidez en el pasto del Bernabéu.