Cacho, Quico y… ¡el delirio!
La noche más hermosa de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 comenzó a las 20:00 horas en el Camp Nou, cuando arrancó la final de fútbol: España-Polonia. El equipo que dirigía Vicente Miera había cubierto la fase previa y los cruces en Valencia, con una trayectoria impoluta: cinco victorias. Era la segunda vez que la Selección pisaba Barcelona, después del desfile inaugural. No se había llegado al minuto 20 cuando los 95.000 espectadores rugieron. No por lo que pasaba en el césped, sino por lo que anunciaba el videomarcador: ‘Fermín Cacho, medalla de oro’. A cuatro kilómetros, en el Estadio Olímpico de Montjuïc, ante otros 65.000 aficionados, un soriano había logrado la victoria más importante del atletismo español, en una de las carreras más emblemáticas: el 1.500. Hoy se cumplen 25 años.
El rey Juan Carlos I rompió el protocolo en Montjuïc y abrazó a Cacho. El propio atleta tomó confianza y le plantó dos besos a la reina Sofía: “Perdone, majestad”. Los Reyes habían cogido fama de talismanes en los Juegos. Por eso el Camp Nou volvió a rugir cuando llegaron al estadio. España pasaba apuros, el partido estaba al borde de la prórroga: 2-2. En el minuto 91, el Chapi Ferrer lanzó un córner. Nunca los sacaba. Quico, que aún no era Kiko, probó con una chilena. Nunca las hacía. El jerezano falló, pero el balón se le quedó muerto y marcó el 3-2. Corrió gritando hacia Ferrer: “¿Por qué yo?”. Había ido a los Juegos como suplente de Alfonso y Manjarín, pero las lesiones le hicieron titular. Marcó 5 goles. Quico y Cacho rubricaron la noche más bella. Lo que AS tituló: ‘¡El delirio!”.