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No me gusta, pero…

Ya es oficial. La camiseta del Atleti es esa que se rumoreaba, la de las rayas rojiblancas arañadas, una evolución de Nike. A mí particularmente no me enamora. Quizá es que soy una clásica. Me apasionó aquella de hace dos temporadas, la del homenaje al doblete. Sin embargo, esta camiseta, la nueva, es aún una camiseta vacía. Sin goles, sin momentos que colgarle. Y, al final, lo que las hace grande son las cosas que con ella se consiguen. Si el Atlético lograra la Champions con esta, se agotaría, se haría inolvidable. No habría nada en el mundo más bonito que esas rayas arañadas; serían el símbolo de algo para siempre. Esos zarpazos en la camiseta, los goles de Griezmann, o Torres, o Diego Costa, por ejemplo.

Pasa con el escudo. No me entusiasmó el primer día que lo vi. Tan raro, tan diferente. Pero... Pero ahora me encanta. Después de una pretemporada en San Rafael, en verlo en las camisetas, el autobús, por todas partes, confieso: me gusta mucho. Y creo que en cuanto comiencen los partidos la afición no tardará en acostumbrarse, en abrazarlo. Al fin y al cabo representa el Atleti. Como esta camiseta. Y eso, al final, es lo más importante.

PD: Por cierto, la segunda de esta temporada, la amarilla, me encanta.