Guti, el alba de un nuevo entrenador
El Juvenil A del Madrid, que entrena Guti, ganó ayer la final de Copa, al Atlético. El resultado fue 4-1 tras prórroga, un curioso paralelismo con lo de Lisboa. Pero si traigo esto aquí es por la sensación, que se extiende bastante, de que en Guti se está alumbrando un entrenador inesperado. Ya había ganado la Copa de Campeones, así que ha hecho doblete español. En la Champions, su equipo fue considerado favorito, pero cayó en semifinal por un cuarto de hora malo, ante el Benfica, que produjo un desastroso arranque perdiendo 3-0. Luego reaccionó y llegó a pensarse que daría la vuelta al partido. Él lloró al final.
El talante de Guti como jugador no animaba a pensar en él como entrenador. Intuitivo, genial, pero muy distanciado del orden, en el campo y más todavía fuera de él. Recuerdan aquel “¿Si no voy a las discotecas ahora, cuándo voy a ir, cuando tenga 60 años?” Aunque se le dio un puesto en la casa, cuando llegó Víctor Fernández se le encontró de ayudante de entrenador en el Cadete, y desanimado. Hablaron, le vio que quería ser entrenador, le creyó. Así que cuando Zidane saltó al Madrid y se produjo un corrimiento de escalafón (Ramis del A al Castilla, Solari del B al A ), a Guti le coló hasta el B y le rodeó de un buen equipo técnico.
Y cuajó. Ganaron todos los partidos. El grupo de apoyo le ayudó, como principiante, a programar el trabajo. El resto, la intuición, el trato, la valentía, lo pone él. Juega a presionar arriba, a tener el balón, con atrevimiento. Maneja muy bien a los jugadores, se hace con los genios díscolos, a los que por razones obvias comprende. Al subir al A tuvo el valor de tirar de cuatro chicos del C, saltándoles un curso, y le han funcionado. Con eso, tres fichajes de fuera (Córdoba, Rayo y Málaga) fortaleció lo que tenía en el B hasta hacer este equipo capaz del doblete. Y no ha fallado a un entrenamiento. Ha cambiado en todo su estilo de vida. Es otro.