El Roland Garros en propiedad a Nadal

¡Qué manera de ganar el décimo! Ha sido el mejor Roland Garros de Nadal, de punta a punta, y ya es decir. Quien lleve asistiendo al torneo desde 2005 sin fallar, le habrá visto ganar 79 partidos y perder solamente dos. La organización le reconoció semejante trayectoria entregándole en propiedad una copia a tamaño natural del trofeo, en lugar de la de tamaño reducido que siempre se otorga al campeón. A tal señor, tal honor. Y desde España, donde con frecuencia hemos pensado que los franceses miraban mal el dominio del mallorquín (y algo de eso ha habido, su exministra está demandada por el jugador), reconozcamos el gesto.

Pero, decía, ninguno lo ganó con la soltura de este. Sin perder un set, entregando menos juegos que nunca. Ha sido una resurrección sensacional, tras aquel parón tan largo que provocó pronósticos pesimistas y las infamantes sospechas de la exministra. Pero ayer leía en AS las opiniones de muchos que saben: McEnroe, Bruguera, Corretja, Arantxa, su hermano Emilio, Kuerten, Wilander, Smith... Todos le daban por favorito. Ahora juega mejor, venía a ser el sentir general. Mejor que antes. Ya no es aquel tenis a revientacalderas, que agotaba al rival antes que a sí mismo. Ahora es un tenis que sale más de la cabeza y menos de las piernas.

Me ha sorprendido felizmente, la verdad, esta nueva resurrección. No es que haya ganado su décimo Roland Garros con 31 años ya cumplidos, sino que lo ha ganado con más autoridad que nunca y con una final deslumbrante. Wawrinka llegó a dar lástima: mordió la pelota, rompió la raqueta, se golpeó. ¿Qué hacer ante este tío? Eso se estaría preguntando. Fuera de la pista, su tío Toni, que ahora dará un paso al lado, tuvo que sentir una tremenda satisfacción íntima. Con menos derecho pero con la misma intensidad la tenemos todos los españoles, que sentimos a Nadal como algo propio y que ayer disfrutamos ante la tele de dos horas deliciosas.