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Luis Rubiales como delfín de Ángel Villar

Ahí está: Villar una vez más presidente de la Federación. Ha soportado el envite de Jorge Pérez y Javier Tebas con muchos menos problemas que aquel de Gerardo González Otero, en el que tuvo que sudar la camiseta, con apoyo crucial de Laporta, que bien supo pagar. Hay, sí, un recurso pendiente ante el que el TAD se puso de perfil y que acabará perdido en algún vericueto. La capacidad de Villar para sostenerse en el poder es digna de un caso del IESE, para conocimiento de futuras generaciones. Tebas, un buen maquinador, que tanto ha conseguido al frente de LaLiga, ha pinchado aquí en hueso. Pero es que Villar tenía el apoyo del Gobierno.

La idea en las alturas era que Villar merecía una salida honorable, y en esa intención se urdió a cencerros tapados un acuerdo que se supone cumplirá. Lo veremos en los próximos pasos. Consistiría en que alejara de sí a Juan Padrón, el veteranísimo vice que tantos enemigos le ha creado, y abriera una sucesión tranquila vía nombramiento de vicepresidente-dimisión-relevo, en Luis Rubiales, presidente de AFE. Éste ya ha ido mudando de piel. Aquel sindicalista duro que intentaba montar una huelga a la menor ocasión, ha dado paso a un hombre moderado. Una vez más cobra sentido aquello de empezar de incendiario y acabar de bombero.

¿Y por qué una salida honorable para Villar? Por los éxitos de La Roja, por su condición de vice de FIFA y UEFA y, último y principal, porque a Tebas, que mecía la cuna de Jorge Pérez, no le quieren ni en pintura. El Gobierno hubiera deseado el fútbol en manos de Telefónica en lugar de en las de Mediapro, y Tebas jugó para esta última. Con gran provecho para los clubes, hay que decirlo. Pero tan poca gracia hizo aquello, que se llevó por delante a Miguel Cardenal por haber apoyado a Tebas en esa estrategia televisiva. En fin, que Villar sigue ahí. Ahora se espera que cumpla su parte, aleje a Padrón y ponga a Rubiales a calentar por la banda.