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¡Sí, sí, sí, la India ya está aquí!

Ocho años sin ver a España en un Mundial Sub-17 se hacían una eternidad. La última hornada que disfrutó de este torneo fue la de Isco, Koke, Sergi Roberto o Morata, todos ellos relevantes ya en Primera División e incluso en la Selección absoluta. Demasiado tiempo. Y eso que no han faltado los buenos jugadores desde entonces. Recuerdo la Sub-17 de Saúl, Deulofeu, Jesé y Alcácer; me viene a la mente la de Gayá, Grimaldo, Samper o Sandro; también la de Adama Traoré, Febas o Cedrés; o, por último, la que quedó fuera en los penaltis en 2015 con Aleñá, Óscar Rodríguez o Fran Villalba. Eran buenos equipos todos ellos.

Pero para estar en un Mundial es necesario, además, rendir en el momento justo y preciso, algo que sí ha hecho esta generación 2000. Tuvo que ganar a Portugal en suelo luso para meterse en la Euro y ganó; debió remontar dos goles ante Turquía en su estreno y los remontó; necesitó convencer luego ante Italia y convenció; por último, se topó con Francia en el último escalón hacia el Mundial y también lo superó. Un éxito de un equipo que tiene a su delantero Abel Ruiz como bandera y líder. Pero hay más. Centrales compenetrados (Chust y Guillamón), laterales magníficos como Morey y Miranda, un mediocampo completísimo con Moha, Blanco y Orellana, bandas de lujo con Ferrán Torres y Sergio Gómez... Disfrutaremos de ellos en semifinales y en octubre en el Mundial de la India. Y seguro que en el futuro también.