El fútbol elige en Zúrich su noveno Papa
La FIFA elige hoy su noveno presidente en 112 años. Ocho presidentes ha tenido en 112 años. Sólo ocho, y eso que el primero, el francés Guérin, duró dos, porque cuando se consiguió que los británicos entraran (luego se irían y estarían entrando y saliendo hasta 1946) dejó su plaza al inglés Woolfall. Más breve aún fue el belga Seeldrayers, sucesor en 1956 del gran Jules Rimet. Seeldrayers murió tras poco más de un año de estar en el cargo. Descontados Guérin, transitorio, y Seeldrayers, fallecido tan pronto, entre seis se reparten casi 110 años. Esa estabilidad ha sido muy buena, pienso.
Hoy se elige el noveno. Sucede a Blatter, con el que el fútbol ha alcanzado máximas cotas de difusión internacional y de importancia social. Pero al tiempo, en su época ha anidado una corrupción desenfrenada, en especial en Sudamérica, pero no sólo allí. Hoy concurren cinco aspirantes, de los que en principio se entiende que sólo dos tienen posibilidades reales: el suizo Infantino, que contaría con el apoyo de Europa y Sudamérica, y Salman Al Khalifa, de Bahrein, que contaría con Asia y África. En las demás Confederaciones el voto o está dividido o se dirige a los otros aspirantes.
Ya se verá si se cumple la disciplina de voto de cada confederación. La prohibición del teléfono móvil ayuda al disimulo en caso de incumplimiento. Gane el que gane, lo único de verdad a resolver es el asunto de la decencia. El fútbol, a salvo de eso, iba muy bien. Lo que más lamentaría de la nueva época sería que el ganador se empeñara en arreglar lo que ya funciona. Y no dejo de temer que la nueva época sufra el impacto de la guerra de bloques, que ha estado detrás de esta crisis, como bien viene contando Blatter. Claro, que a él no le hubiera pasado esto si bajo su mando no se hubiera robado tanto.