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La Super Bowl paraliza EE UU

Esta madrugada se juega en Santa Clara, en el área de San Francisco, la Super Bowl. Se trata de un acontecimiento singular, porque es el de mayor movilización en Estados Unidos. El más visto en televisión (100 millones de telespectadores), donde más caros cuestan los anuncios (2,5 millones de dólares) y en el que las estrellas se disputan cantar el himno previo al partido o actuar en el descanso. Es la final de fútbol americano. Ni es fútbol ni es rugby. Es national football. Tiene sus propias reglas y es el deporte más popular de Estados Unidos. Por delante del baloncesto, el béisbol y el hockey sobre hielo. Pero, a diferencia de estos, el que menos se ha propagado por el mundo, quien ya tiene el fútbol por un lado y el rugby por otro.

La National Football League (NFL) intentó extenderse como lo hizo la NBA en su momento. Llevó partidos oficiales fuera de Estados Unidos, y llegó incluso más lejos: creó franquicias en Europa —recuerden los Barcelona Dragons—, pero la cosa no cuajó. El fútbol americano oficialmente se juega en 71 países (33 de Europa, 20 de América, 9 de Asia, 5 de África y 4 de Oceanía), mas con una baja implantación. Ello no quita para que en Estados Unidos siga creciendo. Allí es la locura. La sede de la Super Bowl se concede con tres años de antelación y cuando llega, el país se paraliza. No digamos ya Charlotte y Denver, cuyos equipos protagonizan hoy la final. Es fútbol americano, el deporte por excelencia de Estados Unidos.