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Dicotomía más moral que deportiva

Keylor Navas ha sabido sufrir en silencio y ha demostrado que es portero para el Madrid en las duras y en las maduras. Se ha ganado el aprecio del Bernabéu y el respeto de sus compañeros, como bien quiso demostrar Marcelo, destacando su parada por encima de los goles frente el Betis. La personalidad y el arrojo son virtudes que siempre ha valorado el madridismo. Deportivamente, no tiene mucho sentido acometer una gran inversión en otro portero al que le queda un solo año de contrato, cuando Keylor ha demostrado que la portería del Madrid no le queda grande. Más bien, se crece entre sus palos.

El problema es que David De Gea, porterazo extraordinario, se ha mojado muchísimo por venir al Madrid. Ha aceptado el órdago de Louise Van Gaal, ha tenido que dejar de lado los guantes y ponerse la corbata para ver a su equipo y ha pasado de gran héroe a villano a ojos de la afición del United. Ese camino no tiene retorno. Los tiempos del mercado son los que son. Llega el desenlace y da la sensación de que, acabe como acabe el culebrón, va a ser muy difícil evitar una injusticia. Hay que esperar otro día.