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La fidelidad también es un título

La fidelidad es una victoria”, le dijo Francesco Totti a France Football no hace demasiado para explicar por qué ninguna de las ofertas que recibió le sacó del Roma. Una fue del Real Madrid de Florentino, su rival hoy, en 2004, cuando era una galaxia muy cercana. “Quizá tendría dos Balones de Oro y tres Champions, pero mi corazón tomó la decisión correcta. Fui, soy y seré hincha de la Roma”, repite con frecuencia.

Hubo un tiempo en que los one-club-men, por numerosos, no eran noticia. Cada verano salían dos y entraban dos por plantilla. Y casi nunca las figuras salvo por fin de ciclo biológico, que eso sí resultaba traumático. Hoy, agentes plenipotenciarios, supercomisiones, petropropietarios y mercados de verano e invierno son depredadores insuperables. Cuando Totti llegó al Roma, con 16 años, aún estaban allí Caniggia, Aldair, Mihajlovic, Hassler y el buque-insignia que le precedió, Giuseppe Giannini. Era 1992 y aquí sigue, con una Liga, dos Copas y ningún arrepentimiento en 24 años de carrera. Ha sido el futbolista más veterano en marcar en Champions y sólo Puskas le supera en Copa de Europa. Nadie mejor que él para encontrar inexplicable el caso Casillas.