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Maciulis como falso ‘cuatro’, solución de Laso

Tensión desde el primer día. El Real Madrid vivió un cuarto de final de exigencia y faena arremangada contra el CAI Zaragoza. Normalmente jugadores y entrenadores prefieren reto y exigencia desde el primer día, tensión de arranque, evitar la tentación de trayectoria progresiva, siempre arriesgada. Esa es una lectura positiva para el club blanco tras la victoria de ayer. La negativa tiene que ver una vez más con los pívots. El CAI, impecable en el planteamiento y en las trabas planeadas, supo instalarse en la pintura, buscarle las espaldas a los pívots madridistas y confiarse al azar del mayor o menor acierto blanco en la larga distancia. Le sirvió para dominar la primera mitad gracias a un segundo recurso, el del ala-pívot abierto, representado en Marcus Landry. Los pívots madridistas gastaron faltas sin soluciones. En el descanso Pablo Laso ordenó ajustes y respuestas defensivas, sin tanta anticipación, y aparecieron los anotadores exteriores. No es fácil secar al Real Madrid en su flujo de puntos desde el perímetro durante cuarenta minutos y el tercer cuarto reventó el saco anotador de Rudy, Llull y compañía. Ruiz Lorente preparó una zona que asfixió en demasía al ataque madridista al inicio del último cuarto, con Maciulis primero jugando de cuatro y luego de tres. El ahogo finalizó justo en el momento del regreso de Carroll al partido.

La nómina de pívots. Uno de los ajustes diseñados por el Real Madrid como respuesta al frustrante final de la pasada temporada fue el de la ampliación de la nómina de pívots. En la concepción o denominación clásica considerando pívots a los cincos y a los cuatros. Se fue Mirotic pero llegaron Nocioni y Ayón, sumándose a Bourousis, Slaughter, Reyes y Mejri. Seis en total, administrados con la ayuda del descarte de cada convocatoria. Llegados a este punto, dejando fuera de la Liga a Reyes por su incontestable dominio y regularidad, aún no está clara la jerarquía, el orden, pros, contras ni conveniencia o correspondencia de cada uno en cada coyuntura. El caso es que el tercer cuarto del partido de ayer contra el CAI Zaragoza propició la utilización de un séptimo, quizás un parche, el séptimo sello: Maciulis jugando de falso cuatro. Derivó en solución pero alarga aún más la nómina, masifica la lista y la desordena un poco más. El equipo de Laso se dirime, como la mansión de Los Otros de Amenábar, entre las certezas de fuera y los inconvenientes inciertos de dentro.

Técnicos cruzados. Con cierta edad uno debe mostrarse permanentemente preparado para voltear principios y creencias, para creer en lo contrario de lo creído. Porque el Aíto García Reneses del Barça con Jiménez de alero y un pívot grande nada tuvo que ver con el que entrenó a Rudy y a Ricky en el Joventut. Y el actual Aíto del Gran Canaria tiene más que ver con el Maldonado del Manresa, pareciendo el actual Maldonado un alumno aventajado de Westhead o Don Nelson. El lío lo resolvió ayer un clásico de la Copa: Sergi Vidal.