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Otras caras y lo malo de la juventud

Experiencia. Más allá del poderío del Barça y de la inoportuna lesión de Bruno, lo que condenó al Villarreal, hace año y medio en Segunda, fue la falta de experiencia. Le pasó en Liga y ayer en Copa. A cada gol logrado en el Camp Nou, con lo que cuesta, encajó otro de inmediato. Hace diez días le pasó dos veces y anoche repitió tras el empate. Jugar con un once con 24 años de media es un lujo pero algo malo tiene.

No fue el Villarreal de siempre. Por su culpa y, sobre todo, por la evidente mejoría del rival. El Submarino reculó demasiado, no supo burlar la mayor presión impuesta por Mascherano hasta muy al final y, lo peor, falló como un pardillo en los tres goles. En el primero, Pina y Musacchio regalaron un balón a Suárez. En el segundo, Gio perdió otro por dormirse (ya lo hizo en Sevilla). Y en el tercero, Piqué burló fácil un marcaje al hombre en un córner. Aun así, el gol de Trigueros da vida. Y la magia de Vietto, esperanza. Pero para obrar el milagro en la vuelta el Villarreal deberá ser el Villarreal y el Barça, parecerse bastante más al de Anoeta.