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Jay-Z, el ‘Che Guevara’ de Brooklyn, de Durant y Beyoncé

En Roland Garros, santuario terrícola del Bosque de Bolonia, el feroz portero de la 'Players Lounge' (la zona exclusiva de los jugadores) no se dejaba impresionar por el sujeto con tez de color café que intentaba acceder a sus sagrados dominios sin acreditación ni pase. El sujeto en cuestión, de algo más de 1,80 de talla, vestia una gorrita 'Air Jordan' con la visera invertida, buena cazadora hip-hop sin mangas y cadenas doradas con mucho 'bling', mucha joyería resplandeciente, nada de bisutería: todo sobre vaqueros de marca 'Roca Wear'. Y calzaba unas 'Air Jordan III' , quizá el modelo más sagrado, el de la edición 'jordánica' de 1986.

Otro cualquiera podía haber lanzado al feroz portero de la 'Players Lounge' el consabido 'Usted no sabe con quién habla'. Nada de eso. Tuvo que ser un periodista el que advirtió al portero: "Este señor es Jay-Z, famoso cantante y propietario de un equipo de la NBA". "Gracias, pero no hay problema. No llevo acreditación ('I have no badge') y este hombre cumple con su deber", adujo con mucha calma el tranquilo individuo con fetiches de Air Jordan: que, en efecto, se trataba de Shawn Corey Carter, Jay-Z, marido de Beyoncé Knowles, copropietario de los Brooklyn Nets, propietario de los derechos de imagen de Kevin Durant... y capaz de generar 100 millones de dólares brutos de ingresos en entradas sólo por una gira musical en compañía de su señora. Eso, poco después de embolsarse otros 270 millones de dólares por la venta de 'Roca Wear', la firma de ropa vaquera y étnica con tintes de gueto. Y eso muy poco después, también, de convencer al magnate ruso Mikhail Prokhorov para emprender juntos la aventura de trasladar a los Nets desde Meadowlands a Brooklyn, a una nueva y fastuosa mansión/caverna, valorada en más de 1.000 millones de dólares: el Barclays Center. De hecho, las calles de Brooklyn fueron el primer hogar de Shawn Carter: al que, en los seis primeros meses de este 2014 que ya expira, el magacín 'Forbes' calculaba unos ingresos netos de 60 millones de dólares... sólo por 'royalties' de sus productos musicales.

Pinceladas como pistas del propio Jay-Z ayudan a completar el retrato o autrorretrato del hombre al que taponaba el portero de Roland Garros. Esto dijo en una entrevista de 2013 con 'Vanity Fair': "Algo sé de estrategias comerciales y presupuestos: yo fui traficante de drogas y para estar en ese negocio tienes que saber lo que se puede gastar, lo que se necesita para salir a flote... y lo importante que es una salida siempre a punto". Y aquí, una parte de la letra de la canción de 'rap' que lleva el título "Public Service Announcement (Interlude)", de Roc-A-Fella Records y que sin duda es bastante autobiográfica: "Got the hottest chick in the game wearin my chain, that's right" (se refiere a Beyoncé): "Tengo la chavalita más caliente en este juego llevando ahora mi cadena, eso es lo correcto". O... "I'm like Che Guevara with bling on", "Soy como el Che Guevara pero con joyería de marca".

Los observadores interiores de la NBA ('insiders') vieron la larga y astuta mano de Jay-Z tras el movimiento que alejó a Kevin Durant de la selección estadounidense que ganó la Copa del Mundo en Madrid. En junio de 2013, 'Roc Nation', la agencia de representación de Jay-Z, arrebató a Landmark Sports (Rob Pelinka, Kobe Bryant, Harden...) los derechos de representación de Durant... que firmó con Nike un megacontrato de 300 millones de dólares por los próximos 10 años, en menos de un mes después de cerrarse el evento mundialista español. Si los Duques de Cambridge, William 'Wills' Windsor y Kate Middleton visitan el Barclays Center, los honores corren a cargo de la verdadera pareja real de Brooklyn: Jay-Z y Beyoncé, a quien su dilecto esposo describe así: "Antes de conocerme era una buena chica... ahora se ha vuelto totalmente 'gangsta".

'Roc Nation' controla también los derechos de James Young (Boston Celtics) y de Skylar Diggins, la estupenda base-escolta del Tulsa Shock en la WNBA. De algún modo que no debe de ser ajeno a 'Roc Nation', Diggins cuenta con 546.000 seguidores en Twitter. Pero en baloncesto, y pese a Durant, Young y Diggins, la agencia de Jay-Z navega lejos del volumen de negocio que manejan Wasserman Group (WMG, Arn Tellem), CAA (de Jeff Schwartz, con quien Jay se asoció en tiempos), y al menos otras 15 empresas centradas en el circuito del baloncesto profesional. Nuestro buen amigo de Brooklyn prefiere implementar hábiles cabezas de puente: organiza sus propios conciertos, al alimón con su señora 'Bey', interviene en parte de las actividades de Shakira en EE UU, mueve la rueda del timón hacia veladas de boxeo en el Madison Square Garden de los rivales Knicks y también firma los derechos de buenos jugadores de béisbol (Robinson Cano) y fútbol americano: Dez Bryant, Geno Smith. Lo que hace Jay-Z, el Che Guevara con joyería de marca... lo hace muy bien: díganlo Durant y Beyoncé.

Aquel mediodía de Roland Garros, el portero, de talante bastante feroz con periodistas y gentes de mal vivir, se detuvo en seco, conectó con su guarida por 'walkie talkie' y chequeó discretamente la situación. Muy poco después, ya en la 'Players Lounge', Jay-Z daba las gracias con mucha naturalidad al periodista que había intercedido en su favor ante el cancerbero del Bosque de Bolonia: "Quería conocer cómo es este ambiente por dentro y, a ser posible, me gustaria hablar aquí dentro con Rafa Nadal, que es alguien que me apasiona. He visto muy pocas cosas a nivel de espectáculo deportivo como los partidos ehtre Rafa y Roger Federer: para mi son algo inolvidable. No sé si han sido recompensados adecuadamente después del nivel de expectación e interés que han sido capaces de generar en todo el mundo. El deporte del tenis nunca estará lo bastante agradecido a Rafa y Roger ¿Sabe usted si Rafa entrena y a qué hora vuelve...? En fin, muchas gracias por todo". Y el 'Che Guevara' de Brooklyn y de las cositas 'Air Jordan' desapareció por los túneles de la 'Players Lounge' de Roland Garros rumbo al vestuario de Rafael Nadal Parera. Para Jay-Z caben muchos calificativos. El de tonto, seguro que no.