Guerra abierta CSD-COE
Las diferencias entre CSD y COE ya son manifiestas. Mejor dicho, entre sus presidentes, Miguel Cardenal y Alejandro Blanco, respectivamente, quienes no hacen nada por acercar posturas. El poder del CSD viene dado porque reparte el dinero de las subvenciones y recibe el respaldo del Gobierno; el del COE, porque sirve de paraguas a las Federaciones. No todas, pues conocida es la oposición que realiza José Luis Sáez, presidente de la de Baloncesto, a Blanco, pero sí la inmensa mayoría. La fuerza de las Federaciones no es baladí; hay que recordar que fueron ellas las que propiciaron un cambio de rumbo en el COE cuando cerraron el paso a Urdangarín y pusieron en la presidencia a uno de los suyos, Blanco, por entonces presidente de la Federación de Judo.
Eran los tiempos en los que las Federaciones celebraban cenas para combatir el poderío del CSD. De ahí salió la Cofede (Confederación de Federaciones Deportivas), presidida por el propio Blanco, para asaltar la presidencia del COE, que dirigida por la aristocracia sólo se dedicaba a organizar los viajes olímpicos. Aquellas reuniones de mesa-camilla se hicieron con el COE, y ahora disponen hasta de un brazo armado: la UCAM, cuyo presidente, José Luis Mendoza, amigo personal de Blanco, tiene becados a los principales olímpicos. El CSD, por su parte, dispone de una poderosa arma de batalla: mandar una inspección para investigar los fondos y el estado de la Fundación del COE. Las malas lenguas apuntan que ahí está su talón de Aquiles.