El ciclismo pierde una buena oportunidad si desoye a Tinkov

El equipo Tinkoff-Saxo ha pedido por escrito una reunión este miércoles en París con los organizadores de las tres grandes rondas para avanzar sobre el desafío lanzado por su patrón Oleg Tinkov a los cuatro principales líderes: Alberto Contador, Vincenzo Nibali, Chris Froome y Nairo Quintana. Dudo mucho que se celebre el encuentro. Al anfitrión, el Tour de Francia, no le interesa demasiado promocionar este reto. ¿Para qué? La Grande Boucle ya tiene asegurada la presencia de los cuatro. Y tendrá siempre a los mejores: el Tour es el Tour.

Tinkov es propenso a las bravuconadas, especialmente en Twitter. Pero esta vez su idea no era tan loca como pudiera aparentar. Al menos, merecía la pena que hubiera un debate en torno a la posibilidad de que los mejores ciclistas corran las mejores carreras, como ocurre en la mayoría de deportes: tenis, golf, motor... Sé que el nivel de exigencia no es el mismo, claro. Pero con una buena planificación, lograr tres picos de forma está al alcance. Son 63 días de competición.

Tink

Eusebio Unzué, de naturaleza conservador, se ha expresado abierto a esta iniciativa. Dave Brailsford, de naturaleza innovador, también está por la labor. Hasta la fecha, tan sólo Vincenzo Nibali se ha mostrado públicamente en contra, aunque su equipo, el Astana, tiene ahora mismo problemas mayores que este desafío por culpa de tres casos acumulados de dopaje. Convencer a uno es más fácil que convencer a cuatro, de ahí la insistencia del Tinkoff. Pero si el Tour tampoco tiene mucho interés, las puertas dejarán de estar entornadas para cerrarse a cal y canto.

Al menos habrá quedado el debate sobre las conciencias. O eso espero. Hay una vieja idea de reducir días a la Vuelta o incluso al Giro. Una idea impulsada especialmente por las asociaciones ciclistas y que está presente en las mesas de trabajo por la reestructuración del ciclismo profesional que está planteando la UCI. Tanto a Javier Guillén como a su antecesor Víctor Cordero se les ha escuchado en varias ocasiones decirlo: "Si la Vuelta sacara algo a cambio, si eso sirviera para que estén los mejores corredores, se podría plantear".

Quizá esa amputación del calendario sea el camino. Quizá. Pero entonces ya no podríamos hablar de las tres grandes, porque habría grandes menos grandes. El reto es correrlas con el formato actual. Con la expectación que se ha creado, me temo que se está perdiendo una gran oportunidad de que el ciclismo afronte otra de sus benditas locuras. Porque sin ese punto de demencia, el ciclismo que hoy conocemos no existiría.


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