Enrique Cerezo lleva muchos años en el fútbol, suficientes como para entender que las victorias y las derrotas son parte del juego. Cerezo, el hombre tranquilo, ha logrado algo impensable, que un tropiezo no se viva como un cataclismo en el Atlético. Ha costado, todos han aprendido de errores anteriores y el club atraviesa por buenos momentos deportivos. Se encuentra feliz, pero no sólo por él sino por toda esa afición rojiblanca que está orgullosa de los suyos. En los triunfos, pero también cuando el equipo pierde. Y si desde arriba se transmite tranquilidad todo sale mucho mejor.
El presidente hizo ayer un repaso del presente del Atlético, habló sobre Diego Costa, acerca de Courtois, de los repartos televisivos, de la Liga... Con buen talante, como siempre. Es bueno escucharle. Personas con tanta experiencia en nuestro fútbol siempre tienen algo que decir. Por otro lado, en su fuero interno querrá más que nadie ganar al Madrid el domingo, pero también sabe lo complicado que será. Por encima de todo no tendrá nunca ningún reproche hacia esos jugadores que salen a muerte a defender esa camiseta y tampoco hacia esa hinchada que de nuevo llenará el Calderón y es el gran motor del club que preside. Su respeto al fútbol (no suele hablar mal del rival ni de los árbitros) bien merecería un triunfo en el derbi.