TRIBUNA LIBRE: League of denial: negación, hipocresía y codicia en la NFL

por 555

(EDITO. Antes de empezar a leer el magnífico artículo de 555, os recomiendo, qué digo recomiendo, os suplico de rodillas que, si amáis el football americano, veáis el documental que preside y que es la razón de ser de esta entrada. 'League of Denial' dura dos horas, está en inglés, con subtítulos en inglés (que yo he entendido con mi inglés chuchurrío), pero es el documento más sobrecogedor, más crudo, que he contemplado en mucho tiempo. Fue estrenado hace una semana y ha conmocionado al mundo del deporte en EEUU. Después de verlo, como un boxeador que recibe golpe tras golpe, ha cambiado radicalmente mi percepción del football americano y de la NFL como organización. y más después de ponerme a investigar y descubrir el acoso que han sufrido tanto el documental como sus creadores. Hasta tal punto que la ESPN se bajó del proyecto pocos días antes del estreno del documental ¿por presiones de la NFL? Estoy sobrecogido. Si alguno está interesado en profundizar en el tema, le recomiendo este blog: http://theconcussionblog.com/. Ahora os dejo con 555).

Hasta el más profano en fútbol americano sabe que este es un deporte de contacto. Mejor dicho, de colisión. De hecho, cuanto menos sabe uno de este deporte, más cree que consiste grosso modo en darse de leches por avanzar un balón ovalado. Simplificando todavía más, rugby con casco. No será la primera vez que leemos por algún lado rugby americano.

Seguro que muchos habréis intentado hacer ver a vuestros amigos y conocidos que este es un deporte muy rico en lo estratégico, una partida de ajedrez, con complicadas reglas y atletas superdotados. Que la belleza del deporte no solo ni principalmente está en los golpes, sino en la táctica y la estrategia. Y quién va a ignorar que el que se presta a participar en esas batallas se expone a un riesgo físico extremo, ¿verdad? Si aceptas competir en un deporte en el que golpearte y golpear es parte de su sustancia, te puedes hacer mucho daño. Si te dedicas profesionalmente a eso, no puedes alegar que no sabías que podías acabar con graves secuelas. ¡Si es de puro sentido común, hombre!


Bueno, sí, es verdad. Aunque después de haber visto el esperadísimo documental de la PBS “The league of denial” no lo tengo tan claro. No, no creo que quien se dedique al fútbol americano sea consciente de todos los riesgos a los que queda expuesto. Hasta qué punto puedes terminar mal. Y no me refiero solamente a los profesionales de la NFL. Entre las muchas cuestiones impactantes que plantea el documental está el riesgo al que se expone un jugador de instituto o de universidad, sin haber sufrido necesariamente una conmoción cerebral.

Antes de seguir leyendo, os pido que por favor veáis el documental que abre artículo. Son casi dos horas, pero merece la pena. A mí me ha cambiado la forma de ver este deporte. Por favor, sed pacientes y vedlo. Está en inglés, podéis activar subtítulos (por desgracia solamente en inglés):


A ver, que he dicho que tienes que ver el documental entero antes de seguir leyendo. Sin trampas, por favor. ¿Ya?

Como decía antes, tras ver ese documental la percepción de uno sobre la NFL no puede ser igual que antes. Por no decir que resulta complicado no sentir asco hacia la organización liderada por Roger Goodell, que sale muy mal parada.

Las conclusiones de los estudios de la neuróloga Ann McKee son escalofriantes: de los 46 cerebros de exjugadores que ha podido revisar, 45 mostraban signos de encefalopatía traumática crónica (por abreviar, “CTE”, sus siglas en inglés). La CTE es una enfermedad neurológica degenerativa que provoca pérdida de memoria, confusión, alteraciones en la percepción, problemas de comportamiento impulsivo, agresividad, depresión y, en etapas avanzadas, demencia. En pocas palabras, te jode la vida por completo.

Como apuntaba antes, resulta escalofriante que incluso a niveles de instituto se den casos de CTE. Eso, y el hecho de que golpes que no llegan a causar conmociones (sub-concussive hits) puedan derivar en CTE, son los asuntos que me parecen más impactantes.

¿Está probado que jugar al fútbol americano provoque CTE? No, en absoluto. ¿Hay indicios que permiten pensar razonablemente que existe un nexo causal entre fútbol americano y CTE? Sin duda. A continuación, algunos comentarios sobre el tema.


El problema no es no avisar, sino negar los riesgos, ocultar información y dificultar la investigación

Alguno puede pensar que con que la NFL avise, basta. Incluso alguno puede considerar que ni es necesario el aviso. Cómo son estos gringos, que meten demandas por lo que sean. Y a veces hasta las ganan. Como decía antes, parece que con un mínimo de sentido común es suficiente. ¡Coño, si no quieres llevarte una somanta de palos, no juegues al fútbol americano!

No, no estoy de acuerdo. Las imágenes de Mike Webster, de su estado físico tras casi 20 años en la liga, deberían mostrarse en los rookie camps previos al inicio de la temporada. Chavales, a esto os exponéis. Más os vale tener cuidado.

Es más, aunque probablemente (ojalá) sea un caso raro, excepcional, el caso del chaval de 18 años que muere tras su cuarta conmoción cerebral practicando fútbol americano debería ser de advertencia obligatoria a los padres que permiten a sus hijos practicar este deporte. No estamos hablando de profesionales, también en nivel de instituto o universidad hay casos muy graves. Si no se toman precauciones, si la técnica no es la adecuada, los riesgos son graves.

 


La NFL no puede avisar del riesgo porque no lo conoce. Nadie lo conoce. La NFL tampoco quería conocerlo y prefería ocultar lo que se sabía.

El documental es claro: la NFL ha sido la primera en obstruir las investigaciones. Probablemente por el temor de que pueda establecerse un nexo causal entre práctica del fútbol americano y CTE, la NFL nunca ha querido investigar el asunto. En los 90, el entonces comisionado Paul Tagliabue creó un comité (Mild Traumatic Brain Injury Committee) del que no formaba parte ni un solo neurólogo. El comité lo presidia el reumatólogo responsable de medicina de los Jets. Las conclusiones de tan fiable comité, como no podía ser de otro modo, fueron que no había ningún problema. Negaban que practicar fútbol americano estuviese relacionado con lesiones cerebrales. El mensaje: jugar es seguro. Goodell cambió algo, pero no sé si para peor: nombró a un neurólogo como responsable del comité. El “Doctor No”. “Doctor No” porque respondía con un “no” rotundo a todas las cuestiones sobre si existía relación entre la práctica del fútbol americano y las enfermedades cerebrales. Pues eso, que no sé qué es peor, que lo diga un reumatólogo, que no es experto en la materia y por tanto tiene poca credibilidad, o una persona que debería conocer bien el asunto. Porque a ese sí te lo crees. El Doctor No ya no forma parte de este comité. Hoy parece que la NFL se toma la cuestión con más seriedad.

La promoción de los golpes más peligrosos

Aparte de no avisar, negar el riesgo y dificultar las investigaciones, la NFL, durante muchos años, ha ensalzado las conductas más perjudiciales para la integridad física, convirtiéndolas en modelo de comportamiento en el campo. Ha hecho negocio con las peores colisiones. Sí, NFL Films, durante mucho tiempo, ha ensalzado la colisión, el impacto, la jugada que causa la conmoción. Moments of impact, una loa a la violencia, instrumento de propaganda y medio para maximizar los ingresos:

 

La política audiovisual de la NFL ha cambiado y los hits más violentos ya no se incluyen en los highlights de la jornada. Ni en vídeos ni en fotografías. Aunque sea espectacular, si la escena incluye un golpe ilegal, se elimina. Parece coherente.

Nadie pide que esto se convierta en la National Flag Football League. Tiene que haber un término medio. Difícil de encontrar, pero que la NFL tiene que buscar. O eso o acabará cerrándose el chiringuito.


Los estudios actuales no son perfectos y distan de ser fiables

No pretendo sacralizar el documental. Algunos pensaréis que es demasiado sensacionalista, amarillista. No me lo parece. Es una exposición muy cruda de hechos poco conocidos para el gran público. Quizá se echa de menos que se aborde el papel del sindicato de jugadores en toda la historia, pero más allá de eso, creo que su factura es impecable.

Los estudios, eso sí, no parecen todavía demasiado completos. Siguiendo con el asunto de la falta de información existente sobre la materia, también hay que puntualizar que todavía no se pueden sacar conclusiones fiables de la relación entre fútbol americano y CTE. La muestra analizada es todavía muy pequeña: 46 cerebros de exjugadores. Hace falta mucho más. ¿Son los golpes, son las sustancias que consumieron mientras competían, o después de hacerlo? El hecho de que se diagnostique CTE a un jugador de instituto y a un universitario invitan a pensar que no son las sustancias dopantes, pero hay que confirmarlo. Hace falta analizar también a exjugadores “sanos” para poder estimar el porcentaje de riesgo. Y claro, no es fácil, la familia será reticente a donar el cerebro. Pero es responsabilidad de la NFL fomentar estos estudios y apoyar a los investigadores, en vez de desprestigiarlos.

En resumen, a día de hoy no se puede asegurar que exista relación entre práctica de fútbol americano y CTE. Tampoco puede descartarse. Que estemos tan atrasados en el conocimiento de la materia es, en buena medida, culpa de la NFL.


(Pinchando en la imagen se puede ver el gráfico de National Geographic en alta resolución)

Multimillonarios embolsándose el dinero de todos

Que la NFL se mueve principalmente por dinero en todas sus actuaciones es más que obvio. A priori, esto no tiene nada de malo. Habrá que ver cómo lo consiguen y cómo lo reparten. Y sobre cómo consigue y reparte su dinero la NFL conviene aclarar unas cuantas cuestiones, para entender mejor de qué tipo de organización estamos hablando. El “reparto interno” me parece ejemplar. Art Modell, el recientemente fallecido propietario de los Baltimore Ravens (antes Cleveland Browns) decía lo siguiente: “We're a group of fat-cat Republicans who vote socialist on football” (“somos un grupo de peces gordos republicanos que votan socialista en fútbol americano”).

Muy resumida y simplificadamente, todos los ingresos que percibe la NFL se reparten por igual entre sus 32 franquicias. Hay pequeñas diferencias por ingresos de determinados conceptos, pero grosso modo es así. Repartido el dinero por igual, existe un límite de gasto en salarios de jugadores que equivale aproximadamente al 47% de los ingresos del equipo (sí, para los jugadores no va ni la mitad de lo que se genera). Esto garantiza la igualdad de oportunidades entre las 32 franquicias: las diferencias no vendrán por capacidad económica, sino por mérito puramente deportivo.


En el reparto interno, como digo, la NFL es ejemplar. Este sistema ha alumbrado la competición más emocionante e impredecible del mundo. La paridad es la regla.

Ahora, ¿cómo consigue sus ingresos la NFL? Bueno, en este aspecto no son tan ejemplares. Por lo menos la mayoría de las franquicias. Básicamente, pretenden que sus mayores gastos los pague todo el mundo. Me refiero a los costes de construcción, mantenimiento y renovación de estadios. Las franquicias de la NFL son empresas privadas que (salvo los Packers) tienen ánimo de lucro y buscan beneficios que repartir a sus propietarios. Sin embargo, cuando tienen que gastarse la pasta en su estadio, no quieren sacarla de su bolsillo, sino del de todos los demás. En otras palabras, los estadios se financian con los impuestos de todos. El taxpayer es el que apoquina. ¿Recibe algo a cambio? Sí, que su equipo no se vaya a otra ciudad donde pagarán por tenerlo. La amenaza, bella forma de convencer al político para que pida al contribuyente que financie su precioso estadio.

Recomiendo la lectura de este artículo de Gregg Easterbrook (que muchos conoceréis por su TMQ) en The Atlantic, donde analiza el asunto: http://www.theatlantic.com/magazine/archive/2013/10/how-the-nfl-fleeces-taxpayers/309448/. Ahí veréis que según un profesor de la universidad de Harvard, en torno al 70% del coste de los estadios de la NFL es pagado con los impuestos de los contribuyentes. No solo eso, sino que en la mayoría de los casos, el dinero que se le da a fondo perdido al equipo para obras en su estadio excede lo que el equipo necesita. ¡¡Y se quedan con el excedente!! Huelga decir que, cuando la obra está terminada, todo el rendimiento económico que produce es para la NFL, no para el contribuyente. Y que no se queje, que si no nos llevamos la franquicia a otra parte. Una belleza.


La amenaza de mudanza no es en vano. Ya se ha materializado en varias ocasiones. La última la llevó a cabo precisamente Art Modell, quien indignado porque el ayuntamiento de Cleveland se negaba a pagarle un nuevo estadio, se llevó a su equipo a Baltimore (ciudad que, a su vez, había perdido a sus Colts). Las amenazas de traslado no cesan. Que se lo digan al contribuyente de Minnesota. El comodín que utilizan todos es Los Ángeles. O me construyes un nuevo estadio o me voy a L.A.

No todas las franquicias funcionan así, claro. Por ejemplo, los Green Bay Packers financiaron la renovación y expansión de Lambeau Field pidiendo dinero a sus aficionados. Mejor dicho, a sus propietarios. Llevaron a cabo una ampliación de capital, una emisión de nuevas acciones de la franquicia, donde podía suscribir acciones cualquier residente en Estados Unidos. Éxito total. Consiguieron más dinero del que necesitaban. A cambio, quien acudía a la ampliación de capital recibía unos papelitos que decían que era titular de acciones de los Green Bay Packers. Esos papelitos dan derecho a ir a la junta de accionistas y nada más. No se pueden vender, no dan derecho a dividendos (los beneficios del equipo, que al ser “sin ánimo de lucro” deben reinvertirse en sus actividades), ni siquiera a ventajas en la compra de entradas o abonos. Básicamente, una donación. ¿Por qué las demás franquicias no recurren a la financiación privada?


El ejemplo que da Easterbrook en el primer párrafo de su artículo es muy revelador: el gobernador republicano de Virginia, conocido adalid de los recortes de gasto público, no dudó en regalar 4 millones de dólares a los Washington Redskins para obras en sus instalaciones de entrenamiento. ¿Para sanidad, educación? ¡No, eso es comunismo! Sin embargo, si el dinero va para algo tan patriótico como el fútbol americano, está bien.

Las ayudas públicas no se materializan solamente en subvenciones, también hay exenciones de impuestos (como la que permite a Jerry Jones no pagar el equivalente al IBI en su flamante nuevo estadio). Y la propia NFL, como organización, es una entidad “sin ánimo de lucro”, lo que le aporta ventajas fiscales, además de que goza de una excepción otorgada expresamente a la NFL para evitar el control de las autoridades de defensa de competencia. En otras palabras, la NFL es un monopolio permitido por ley y puede actuar como le dé la gana sin temor a sanciones. Ah, la NFL es una organización sin ánimo de lucro, pero las franquicias que la integran son empresas cerradas, con ánimo de todo el lucro que puedan. Empresas cerradas cuyos resultados financieros se desconocen y son secretos.


Los jugadores no ganan tanto

Alguno podrá pensar que el profesional de la NFL trabaja ahí porque le da la gana, y que ya le pagan bastante por los golpes que da y recibe. Esto es más que discutible. Si comparamos lo que cobra un jugador de la NFL, como media, con otros deportes profesionales, veremos que está muy mal pagado. Sí, habéis leído bien. A pesar de ser el deporte que más dinero produce del mundo.

¿Recordáis el lockout de 2011? Quien conocía el asunto solamente de oídas hablaba de huelga. No, qué huelga. Todo lo contrario. Era la NFL la que cerraba el chiringuito porque decía que o firmaba un acuerdo con los jugadores para que se fijase un tope al dinero que iría destinado a ellos o no se jugaba. Bajo el anterior convenio colectivo, los jugadores tenían derecho al 60% de los ingresos (que realmente no era el 60%, era un porcentaje inferior porque no todos los ingresos computaban). La NFL consideraba esto excesivo porque, decía, las cosas no iban bien económicamente. ¿Era esto verdad? Parece obvio que no. Pero vamos, que la NFL se negó a mostrar las cuentas de sus franquicias a los jugadores. Si no te fías de mi palabra, me da igual. La realidad era muy diferente, la NFL cada día era más popular y cada contrato televisivo que se firmaba batía un nuevo récord. Cantidades astronómicas. Pero había que apretar. Esos jugadores ganaban demasiado. En la situación actual, como apuntaba antes, los jugadores ganan más o menos el 47% de lo que ingresa la liga.

Inciso: creo que los ejecutivos de la NFL tienen merecido un muy buen sueldo porque ofrecen un producto excelente. La experiencia del aficionado en el estadio es inmejorable y el producto televisivo espectacular. Lo dicho, bien merecido. Que tampoco digo que sean el diablo personificado.


Volviendo al tema de los jugadores, ¿ganan demasiado?

El salario medio de un jugador de NFL es inferior al de los grandes clubes de fútbol, baloncesto o béisbol. En un reciente estudio de la ESPN sobre salarios en deportes de equipo, de julio de 2013, ninguna franquicia de la NFL figura entre los 100 primeros equipos del mundo en salario medio anual de sus deportistas. El salario medio del jugador de los Patriots o de los Seahawks es igual que el del futbolista del Athletic de Bilbao. Y no llega a la tercera parte del salario medio de los equipos que más pagan. Aquí tenéis la lista completa: http://espn.go.com/espn/story/_/id/9357814/best-paying-teams-world-espn-magazine

Sí, cuando pensamos en lo que cobra el jugador de fútbol americano, nos vienen a la cabeza los contratos de Flacco, Rodgers o Brady. Incluso podemos pensar en el cabroncete de Matt Flynn, que por mirar en la banda cómo juegan sus compañeros se ha llevado ya la friolera de 14,5 millones de dólares en el último año y medio. Pero esa no es la regla general, sino la excepción. Una plantilla de NFL se compone de 53 jugadores y existe un tope salarial de 123 millones de dólares. Si entre Rodgers y Matthews los Packers se gastan 40 millones, ya solo quedan 83 millones de dólares para los 51 jugadores restantes. Sí, en la NFL también hay clases. Y si bien es cierto que 2 millones de dólares al año es un sueldazo, si lo comparamos con el dineral que genera la NFL, la competición deportiva más rentable del mundo, ya no parece tanto. Menos si al terminar tu carrera quedas grogui, incapaz de desarrollar otros trabajos. Joder, si la NBA está arruinada y el jugador medio de NBA cobra mucho más que el linebacker. También esto explica por qué la NFL es financieramente tan sólida y la NBA no, porque los ingresos se los quedan, mayoritariamente, los propietarios de los equipos. ¿Es esto justo? ¿Cuando, además, al trabajador se le miente sobre los riesgos asociados a sus tareas profesionales? Que cada cual piense lo que quiera, pero considerando el dinero que genera el deporte y las secuelas físicas que deja en muchos deportistas, creo que está bastante mal pagado.

Como para que después cualquier tarado sin nada que hacer en su vida vaya a casa de Matt Schaub a insultarle por lanzar intercepciones. ¡Anda y búscate una vida, que bastante hacen! Joder, la próxima vez que Dropmichael, digo, Jermichael Finley no agarre un pase fácil, prometo ser más comprensivo.


La demanda de los jugadores retirados

Aunque sea muy brevemente, por no dejar de comentar el tema, hay que destacar que la NFL llegó a un acuerdo con los más de 4500 exjugadores que la habían demandado por los daños sufridos, alegando que se les había engañado, facilitándoles información errónea y ocultando los peligros del deporte. En virtud del acuerdo para que los jugadores retiren su demanda, la NFL les pagará 765 millones de dólares. Parte del dinero se dedicará a la investigación sobre estas enfermedades.

Es importante aclarar que la NFL no reconoce su responsabilidad en este asunto. El derecho estadounidense permite que un demandado llegue a un acuerdo con el demandante para que este retire su demanda, pero que no implique ningún reconocimiento de culpa o responsabilidad. Eso la NFL lo deja muy clarito. Con este pago no se está admitiendo relación entre fútbol americano y CTE.

¿El hecho de que llegasen a un acuerdo evidencia que la NFL iba a perder el juicio (nunca mejor dicho)? No, en absoluto. El resultado no estaba nada claro. No estaba claro que se pudiese demostrar que existiese un nexo causal entre fútbol americano y CTE y menos aún que la NFL lo conociese y ocultase. Al acuerdo se llega porque interesaba a todas las partes. Por parte de la NFL, un resultado desfavorable podría significar hasta su desaparición. Sí, se temía por el fin del deporte. Pero para los jugadores, ya bastante mayores y necesitados de atención médica, recibir el dinero era primordial. No les quedaba tanto tiempo para esperar. De ahí la solución de compromiso.


Escasa credibilidad en el fomento de otras causas solidarias

Soy de los que piensan que la “campaña del mes rosa” en la NFL no es más que una burda campaña de marketing para mejorar la imagen pública de la liga. Como absolutamente todo lo que hace la NFL, busca que se convierta directa o indirectamente en dólares en sus cuentas corrientes. Oh, qué solidarios son, que tiñen de rosa sus campos para luchar contra el cáncer de mama. ¡Venga ya! ¿Creéis que a la NFL le importa la salud de las mujeres? ¡Pero si no tienen escrúpulos con sus empleados, cómo les van a preocupar las mujeres! Si tiene efectos colaterales positivos, no lo sé, pero por lo que hemos podido leer en este blog las pasadas semanas, no está tan claro.

Un mes, un puto mes entero, un cuarto de la competición, con los campos teñidos de rosa para, supuestamente, luchar contra el cáncer de mama. Que no, que a estos tipos no hay quien se los crea. Consideraciones médicas aparte, el mes rosa no es sino un instrumento más para, directa o indirectamente, aumentar los ingresos de la liga.

Incluso me hace pensar mal: ¿no será que eligen el cáncer de mama por ser una enfermedad que ni remotamente puede asociarse al fútbol americano? Como es una enfermedad que casi exclusivamente afecta a mujeres (se da algún caso en hombres, pero es raro), es el “blanco perfecto”. Hipocresía máxima.


Pero, por si fuera poco, comparad la supuesta sensibilización de la NFL con el cáncer de mama con otras enfermedades. Caso sangrante, el de Brandon Marshall. El receptor de los Chicago Bears sufre de una enfermedad mental, denominada “transtorno límite de personalidad”, para la que está bajo tratamiento. Con el fin de concienciar al público sobre las enfermedades mentales, en la semana mundial dedicada a esta causa, Marshall pidió a la NFL que le permitiese jugar su partido contra los Giants del jueves con zapatos verdes (el verde es a las enfermedades mentales lo que el rosa al cáncer de mama). Pues bien, la contestación de la NFL fue que si lo hacía, sería multado. Pese a todo, lo hizo.

¿No es precioso? Una causa sobre la que la NFL debería ser especialmente cuidadosa, por su relación con el juego, y que pretende silenciar.


Despedida y cierre (de un profesional de la NFL)

Para ir terminando, la opinión de Chris Kluwe, punter actualmente en paro y que durante muchos años lo fue de los Minnesota Vikings (bueno, advierto que Kluwe no es el tópico deportista en sus declaraciones, sino que suele ser bastante polémico y no duda en mojarse en asuntos controvertidos):

SHOCKING: Who'd have thunk ultrarich owners would try to hide profit hurting information? I mean, next you're going to tell me they offered to settle a lawsuit with terms completely favorable to them and not those suffering. I mean, there's no way a group running a multibillion dollar "non-profit" antitrust avoidance scheme would act badly, right? Guys? RIGHT?

Please note that if you say "those guys knew the risks" I will give less than two shits about your opinion. The whole point of the Frontline piece is that guys playing back then did NOT know the risks and the NFL hid it from them.

Traduzco lo anterior: “SORPRENDENTE: ¿Quién habría pensado que unos multimillonarios capitalistas intentarían ocultar información que pudiera perjudicar su nivel de beneficios? Bueno, lo siguiente que me vais a decir es que ofrecieron un acuerdo para que se retirase una demanda en términos completamente favorables para ellos y no para los que estaban sufriendo. O sea, no puede ser que un colectivo que dirige una organización multibillonaria “sin ánimo de lucro” para evitar controles de competencia actúe de forma incorrecta, ¿verdad? ¿Chicos? ¿VERDAD?

Por favor, tened en cuenta que si decís “esa gente conocía los riesgos”, vuestra opinión me importará menos que dos mierdas. Toda la cuestión en la historia de Frontline es que la gente que jugaba antes NO sabía los riesgos y la NFL se los ocultó”.

* * *


Oye, da gusto dejarte tus dineros en tu Game Pass, tus entradas para Londres, el jersey de tu equipo favorito, y demás merchandise de la liga para que vaya a parar a gente como el amigo Goodell, ¿verdad? Como poco, da que pensar.

Eh, y a mí no me miréis, que por lo menos yo soy del único equipo sin ánimo de lucro de la liga, que, por cierto, tan poco gusta a la NFL (que por algo prohíbe que surjan más franquicias de este tipo—esta existe porque ya estaba ahí cuando la NFL se constituyó, que si no, tampoco dejan que sea así—). La NFL los quiere bien egoístas, que busquen el máximo beneficio y que vaya al bolsillo de su estupendo propietario.

En fin, que no, que qué le vamos a hacer, que este deporte es demasiado bueno como para que nos desenganchemos de él, es droga dura. Pero de vez en cuando no va mal cuestionarse qué causas apoyamos y qué cuestiones subyacen de ellas.

Y no, no todo es malo. También la NFL permite que pasen cosas como esta:

 

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