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Afecto por un Athletic al rojo vivo

Emoción, orgullo de pertenencia, futuro. El Athletic está tan vivo como el color rojo que resplandece en su nuevo estadio. Pichichi vigila a pie de campo el desarrollo de las obras de la octava maravilla del mundo. Un campazo. El heredero de La Catedral ya brilla con luz propia, se ha superado la dolorosa pérdida. Los casi 200 aficionados que llenaron ayer la carpa del hotel Hesperia Zubialde se fueron con la cabeza bien alta, enamorados del club que les marca la vida. Con San Mamés a la vista, dos mitos al mando (Iribar y Koldo Aguirre) y el presente a su lado, el supersónico De Marcos y el arquitecto Beñat, fue más fácil plasmar el afecto que tienen la afición y AS por el Athletic, del que Alfredo Relaño es admirador. La grandeza del pasado no acompleja, esta entidad tiene aún mucho que decir.

Es una lección para la juventud la pasión con la que evocaron tiempos pretéritos el número uno, el bendito Iribar, y el fenómeno Aguirre, un futbolista de salón que como técnico hizo jugar como los ángeles al Athletic de Villar, Irureta, Churruca y Rojo I. El Athletic ha tenido equipos muy buenos, buenos, malos y peores, pero jamás se ha rendido. Por ello y también por la unidad de todos los estamentos en las crisis deportivas, se ha mantenido siempre en Primera. Salieron anécdotas sobre Puskas, del Liverpool y, cómo no, del festival de Old Trafford. Tienen las generaciones futuras, los cachorros que se curten en Lezama, la obligación de estar a la altura de un estadio de Champions, de una bombonera que sin una Tribuna ya asusta. Este diario estará ahí para vivirlo, como ayer.