El ciclón Nadal se aproxima imparable a Nueva York

Nadal continúa incontenible en su objetivo de volver al trono de la ATP. El último capítulo de su brillante año temporada lo ha escrito en Cincinnati. Un torneo que acostumbro a disfrutar especialmente. El tenis, como casi todo en esta vida, se disfruta más y mejor estando de vacaciones. Los datos son demoledores: Rafa continúa invicto en pista dura en lo que va de 2013, ha sumado su vigésimo sexto Masters 1.000 (igualando además el récord de cinco victorias de esta categoría que ostentaba Djokovic) y el noveno éxito de una temporada increíble, en la que sólo patinó en Wimbledon. Nadie tiene mejor balance de victorias y derrotas hasta la fecha (53-3) y será difícil que nadie le pare los pies. Desde hoy ya es #2.


No le gusta reconocerlo, pero Rafa se sabe capaz de ganar a todos, con independencia de la superficie. Incluso en pista dura. La que más castiga sus rodillas por sus apoyos poderosos. Pero también la que más premia su mejor cualidad hasta la fecha: la de ganar los puntos claves de un partido. Así lo hizo en Cincinnati frente a Dimitrov y Federer, que le llevaron a un tercer set, y ante Isner en la final. Ganar dos tie breaks consecutivos a un sacador como el norteamericano son palabras mayores.

Sin embargo, no quiero quedarme en los números, sino en las sensaciones, esas de las que acostumbra a hablar el propio Rafa. El caso es que tanto en Montreal como Cincinnati Nadal ha mostrado un tenis descomunal. Potente, eléctrico, demoledor. Con un servicio afilado, un martillo en la derecha y su extraordinaria movilidad habitual. Ni rastro de miedo en los apoyos, ni dudas en los momentos delicados. Bien al contrario, ha mostrado una determinación envidiable. Por todo ello escribí en Twitter estos días que su decimotercer grande y su segundo US Open, están a la vuelta de la esquina. Aunque por supuesto ni él ni nadie de su equipo reconocerán su favoritismo en Flushing Meadows. No es cuestión de querer ser pitoniso. En el tenis nada ocurre por casualidad. Aún a riesgo de quedar retratado, reitero aquí mi convencimiento de que Nadal ganará en la ciudad de los rascacielos y de que acabará el año en el #1 o rozándolo. Simpre que le respeten las lesiones, por supuesto.

Pd: No quisiera dejar de apuntar en este post las temerosas actuaciones de Djokovic y Murray, los dos grandes rivales de Nadal en la actualidad en los torneos de Grand Slam, la fragilidad en momentos importantes de Del Potro y Berdych, así como el buen sabor de boca que me dejaron 'Baby Federer' (espero que llegue pronto el día en que desacelere ligeramente su juego) y el propio suizo en su enfrentamientos contra 'Demolition Man'.