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España, la exportación y la piratería

Guardiola se presentó en el Bayern, Benítez en el Nápoles. Camacho ha estado de seleccionador en China hasta ayer, cuando cayó derrumbado por los resultados, y López Caro sigue en Arabia Saudí en esas funciones. Michel entrena al Olympiacos, puntero en Grecia. Muchos de nuestros seleccionados pisan fuerte en la Premier, y toda una nube de futbolistas y entrenadores nacionales, de mayor o menor nivel, se extiende por el mundo, en especial por Europa y Asia. Mientras, La Roja suma y sigue firme en la Confecup. Gana tanto que ya nos buscan las zapatillas en Brasil, con esa historia de la juerga.

España exporta fútbol, pero por debajo de esa sensación expansiva y feliz nace una preocupación: los recursos se agotan. La televisión no puede dar lo que prometió y los impagos son inminentes. Si aún con los ingresos que había hasta ahora muchos clubes han estado pasando dificultades, según se vaya secando ese suministro principal de dinero la cosa será peor. Y no nos engañemos: si exportamos tanto es en parte por el alto y merecido prestigio de nuestro fútbol, pero en otra parte porque aquí, salvo el Madrid y el Barça, el resto de nuestro fútbol no puede pagar lo que se paga en otros lados.

Y quién sabe si, al paso que vamos, ni el Madrid ni el Barça. Porque a la crisis se suma la piratería audiovisual, un mal hábito que hace de freno de mano a las televisiones de pago. Un problema general, pero mayor aquí que en otras partes, porque mayor es el descuido. Tan es así, que el nuevo embajador de los EE UU fue ejecutivo de la HBO y trae entre sus tareas la de ver cómo se puede moderar la piratería en España, porque eso ha llegado a preocupar a la industria americana del cine. Quién sabe, quizá con este estímulo el Gobierno se active y tome medidas que de paso protejan al fútbol. Lo está necesitando mucho.