La Champions, el espectáculo favorito de la Vieja Europa, sigue su curso, igual que los campeonatos nacionales que cubren como ninguna otra cosa nuestro calendario de ocio. El fútbol está, o así nos lo parece, más fuerte que nunca. Pero algo inquietante está ocurriendo: el presidente del Sion, Constantin, está en una lucha jurídica contra la UEFA y la FIFA y de momento va ganando. Constantin se considera atropellado porque le dieron por eliminado en la fase previa de la Europa League a causa de unas alineaciones indebidas que él defiende que no son indebidas. Y no está dispuesto a ceder.

Constantin no es un cualquiera. Fue jugador del Neuchatel y del Lugano es arquitecto de fama y fortuna, que ha firmado importantes proyectos en Suiza, Alemania y Austria. Y ataca desde Suiza, justo donde está la residencia de ambos organismos, que no pueden, así como así, desoír las sentencias. Pero, por otra parte, para todos es difícil concebir un fútbol que viva sometido a los plazos de la justicia ordinaria, que harían inviable el desarrollo de las competiciones como lo conocemos. Constantin se siente cargado de razón moral y tiene inteligencia y dinero para los mejores abogados.

La situación me parece peligrosa. Entiendo que la mejor salida sería que el TAS le dé la razón y reponga al Sion en la Europa League (en el grupo del Atlético, que habría de alargarse), pero no sé si ocurrirá tal y ni siquiera sé si eso le frenará en sus demandas colaterales. Esta mañana estará en AS, en un foro abierto, junto a sus abogados, para explicar su batalla. Uno de ellos, Jean Louis Dupont, ya ha declarado que también el 'Caso Bosman' (que él llevó) se vendió como el fin del fútbol, y que el fútbol sigue ahí. Y es así, pero esto me parece mucho más peligroso. A partir de hoy sabremos más.